Quién es
Marta Tarrés Codina es el alma de La Vella de Romadriu, desde donde crea artesanalmente piezas de cerámica utilitaria. Nació en Andorra, donde vivió y tuvo los primeros contactos con el barro —en la Escuela de Arte de Sant Julià de Lòria—, hasta que fue a estudiar a Barcelona. Graduada en bellas artes y técnica en diseño gráfico interactivo, el hecho de querer vivir en un pueblo tranquilo, pequeño, conectada con la naturaleza y los ciclos de la tierra, fue lo que la impulsó a instalarse en Oliana, en el Alt Urgell, el pueblo de su familia materna en el que había pasado gran parte de los fines de semana de su infancia, y al cual contribuye a dar vida. Fue allí donde empezó a hacer cerámica de manera autodidacta, desde casa, pero enseguida necesitó aprender más. Después de formarse en la Escuela de Cerámica de la Bisbal, quiso emprender su proyecto personal. Para bautizarlo y dar a conocer sus creaciones, recurrió a la tradición popular asociada al Pirineo, a la leyenda de la Vella de Romadriu, como un homenaje al patrimonio cultural y natural. A Marta le gusta trabajar con la manos y vivir rodeada de naturaleza, que a la vez, es para ella, una fuente de inspiración.
Qué hace
Desde mediados de 2018, con La Vella de Romadriu, Marta elabora cerámica utilitaria creada en Oliana e inspirada en el Pirineo. Fruto de su formación y experiencia, con sus manos da vida a piezas únicas creadas artesanalmente en el torno, cuidando de cada pequeño detalle y sin prisas, para que, una vez acabadas, sea cómodo y agradable utilizarlas y disfrutar de ellas en casa, en la mesa, en la cocina… La naturaleza que le rodea es la fuente de inspiración que se transforma en tiestos, jarrones, boles, tazas, platos y bandejas, cazuelas, tablas para quesos, saleros, teteras, velas, quemadores de aceites esenciales, jaboneras… y piezas por encargo; joyas muy resistentes de gres y cerámica de alta temperatura creadas con delicadeza, concentración, esmero, paciencia y tiempo, para ser utilizadas cada día y que llenan el espacio de sentido, porque transmiten cómo se han elaborado y para qué. Cada creación está llena de dibujos, matices y colores asociados a elementos naturales y así lo certifican los nombres de sus colecciones —tierra, cielo, universo, niebla, frambuesas, musgo, lago, flor, pecas… Todas sus piezas pueden ponerse en el lavavajillas y en el microondas y los esmaltes que utiliza —que ella misma formula— están libres de toxinas y, por lo tanto, son aptos para contener alimentos. Su taller puede visitarse previa cita concertada e imparte clases de torno en la Escuela de Artes de la Seu d’Urgell, en grupos muy reducidos.
El entorno
Del núcleo de Oliana, situado al sur del pantano homónimo y al norte del pantano de Rialb, y que se extiende desde el desfiladero de los Esplovins hasta la sierra de Oliana, destaca el trazado medieval con los restos de un portal, las ruinas del castillo de Oliana y la iglesia de Sant Andreu del Castell, así como un antiguo pozo de hielo que puede visitarse. El municipio, situado en medio de una naturaleza caracterizada por la presencia de ríos y fuentes, y una orografía accidentada en la cual el paso del río Segre ha creado profundos desfiladeros, se encuentra en una tierra de embalses. Territorio idóneo para la práctica del senderismo, la escalada o el kayac, puede disfrutarse del Cogulló de Turp —el punto más elevado del municipio, con 1.620 m—, el paso de la Garanta, recorrer la sierra de Oliana o visitar, en los alrededores, los vecinos municipios de Peramola y Coll de Nargó, con la iglesia de Sant Climent. Oliana permite vivir la bajada de los raiers (almadías) o bien desplazarse para descubrir Els Pontarrons en Organyà, la ruta del románico de Perpiñán a Bassella, la estación de esquí de fondo Tuixén-Lavansa, en Josa y Tuixén o el Museo de las Trementinaires, también en Tuixén.