Agricultura ecológica de alta montaña
En el valle de Gósol y al pie del Pedraforca, en el Parque Natural del Cadí-Moixeró, Carles Riu Bosoms reemprendió hace unos diez años un proyecto familiar, y lo hizo —tenía claro que quería que fuera así— desde una nueva perspectiva. Con formación en ciencias ambientales y etnoecología por la Universidad Autónoma de Barcelona, volvió a casa, a Sorribes, para ponerse al frente de la explotación agrícola y ganadera con un objetivo: recuperar campos, cultivos y árboles frutales para que volvieran a tener vida, transformar en su obrador todo aquello que les ofrecía la tierra en productos de alta calidad y valor gastronómico, aportar un espacio que contribuyera al desarrollo local en esta zona de montaña y colaborar en el mantenimiento del paisaje cultural del Alt Berguedà.
Cal Andreuet es pues un proyecto que va un poco más allá del simple hecho de producir alimentos. Carles trabaja a tiempo completo —en una iniciativa que reconoce que no sería posible sin la ayuda de familiares y amigos en determinadas ocasiones— para recuperar terrazas, cultivos y prácticas tradicionales, y las adapta a la actualidad para ofrecer lo mejor del rico patrimonio agrícola del territorio, conservando su paisaje. Cal Andreuet se define por la elección y la promoción de variedades locales, la producción ecológica y el cultivo en la alta montaña; estos son sus tres rasgos característicos.
En Cal Andreuet van más allá del simple hecho de producir alimentos. Recuperan terrazas, cultivos y prácticas tradicionales, y se adaptan a la actualidad para ofrecer lo mejor del rico patrimonio agrícola del territorio, conservando su paisaje.
Desde el siglo XIX hasta la actualidad
La tradición agrícola y ganadera de Cal Andreuet se inició a finales del siglo XIX, cuando los antepasados de Carles se establecieron en la casa de payés. Desde entonces, diversas generaciones han trabajado las tierras y, hoy en día, el proyecto tiene como base la diversificación de cultivos, la comercialización de proximidad y la transformación y elaboración de los productos de la explotación.
Carles Riu Bosoms explica que decidió regresar a Sorribes y reemprender el proyecto familiar en la pequeña y poco tecnificada explotación de sus abuelos porque «después de formarme académicamente y concebir el mundo actual, creí que la forma más adecuada de vivir estaba estrechamente relacionada con el hecho de trabajar la tierra, y a la vez, dar forma al paisaje que nos rodea y autoabastecernos. Tenía la suerte de que Sorribes era un lugar perfecto para desarrollar un proyecto en el que sentirme cómodo. Plantar una patata, cultivarla hasta que nos da sus frutos y comértela debería ser lo más normal del mundo».
Ya desde su infancia, Carles ayudaba en todas las tareas propias de una pequeña casa de payés, «como recoger el pasto en verano para alimentar a las vacas durante el resto del año, ir a la sierra del Verd a controlar el ganado en verano… Participando en el día a día de las labores de payés aprendí el valor del esfuerzo, la estima, la perseverancia, el respeto y el orgullo de poder hacer las tareas por uno mismo».
Tal y como él mismo reconoce, Carles es una persona a quien le gusta mucho trabajar y ver el resultado del trabajo que hace con sus propias manos: «eso me encanta. Claramente los valores que me han transmitido de pequeño me han influido. Prefiero hacer que decir, y me conformo con bien poca cosa». Define su vínculo con la tierra, con Sorribes, como de no posesión, sino de pertenencia: «yo pertenezco a Sorribes. Cuando corto un árbol, labro un campo o las yeguas pacen en un cercado, el lugar continua vivo y ambos hemos interactuado en simbiosis, beneficiándonos el uno del otro. Me genera tristeza ver tantos lugares abandonados».
«Creo que la forma más adecuada de vivir está estrechamente relacionada con el hecho de trabajar la tierra, y a la vez, dar forma al paisaje que nos rodea y autoabastecernos. Plantar una patata, cultivarla hasta que nos da sus frutos y comértela debería ser lo más normal del mundo».
Cal Andreuet, hoy en día
Para ofrecer productos finales únicos, en Cal Andreuet cultivan artesanalmente variedades locales del Alt Berguedà siguiendo los conocimientos populares, revitalizando su uso y su consumo: cultivan una legumbre tan apreciada como el guisante negro y patatas de montaña, revalorizan variedades antiguas de manzanos y utilizan sus frutos para elaborar zumo de manzana, introducen el cultivo de plantas aromáticas para hacer infusiones y condimentos…, y gestionan los pastos con un rebaño de yeguas. También, recientemente, están explorando con el cultivo de judías de variedades tradicionales y algunos tipos de cereales.
«Cal Andreuet es un proyecto muy meditado y que hemos ido creando poco a poco —explica Carles—, haciendo muchas pruebas antes de llevarlas a cabo. Eso nos aboca a ir despacio y probablemente a no tener resultados inmediatos, pero nos proporciona una certidumbre a medio plazo que nos hace ser más resilientes. Como prueba de este hecho es la elección de variedades tradicionales de manzanos, por ejemplo.»
Quieren preservar la biodiversidad cultivada y trabajan desde el respeto por el medio y en el marco de la normativa de producción ecológica —sus productos están acreditados por la certificación que establece el Consejo Catalán de Producción Agraria Ecológica (CCPAE). Para garantizar la sostenibilidad del proyecto hacen una rotación de cultivos y el paso de campos de cultivo a pastos para su ganado. Carles explica cuál ha sido la razón de ser de haber optado por la agricultura ecológica: «considero que claramente hay dos factores que determinan esta elección: el primero es que nosotros somos los primeros clientes que tiene el proyecto, y como queremos comer productos de calidad, de proximidad y ecológicos, también producimos nuestros productos de esta manera para los demás. El segundo es el respeto por el medio y la fauna que habita en nuestros campos y prados».
Carles Riu Bosoms tiene muy claros cuáles son los valores añadidos de sus productos: «nosotros trabajamos para hacer unos productos que lleven asociados los valores en los que creemos, pero también y sobre todo trabajamos para hacer unos buenos productos. Unas judías rarísimas y antiquísimas pero que no valen nada, tampoco nos sirven de nada. Es por ello que hay mucho trabajo de prueba y error y de selección. Nosotros priorizamos el hecho de trabajar de forma respetuosa con el medio frente a la productividad. En este sentido, por ejemplo, hacemos una rotación de cultivos largos y, además de hacer un solo cultivo en una misma parcela cada año, lo alternamos con pastos que facilitan la regeneración de la tierra que hemos estado explotando durante la fase de cultivo».
En Cal Andreuet cultivan variedades locales del Alt Berguedà siguiendo los saberes populares, revitalizando su uso y su consumo, y gestionan los pastos con un rebaño de yeguas. Quieren preservar la biodiversidad cultivada y trabajan desde el respeto por el medio y en el marco de la normativa de producción ecológica.
La esencia: del campo al plato o a la taza, del árbol al vaso, de los prados a la montaña
El entorno privilegiado de alta montaña de Sorribes, a más de 1.400 metros de altitud, confiere unas particularidades especiales a los cultivos sin riego de Cal Andreuet, que crecen con un respeto total hacia los ciclos de la naturaleza: los frutos de sus tierras tienen una mayor composición mineral y un menor contenido en agua, un sabor único y una calidad excepcional.
Cultivan la variedad autóctona del guisante negro del valle de Gósol, que siembran en los campos de mayor altitud; cosechan de madrugada y de forma manual con una hoz, y seleccionan, secan, hierven y comercializan en frascos de cristal. En cuanto a las patatas de montaña o trumfos, cultivan la variedad Kennebeck, y se caracterizan por tener una carne más firme y un sabor más intenso.
Elaboran zumo de manzana totalmente artesanal a partir de doce variedades antiguas y locales de manzanos, en los cuales han ido realizando injertos para rejuvenecer las plantaciones. Con manzanas de formas, texturas y gustos diversos elaboran un zumo de manzana completamente natural, de sabor intenso y ligeramente ácido, que puede variar dependiendo de la cosecha de cada temporada. Hacen también zumo de manzana y pera, y zumo de manzana con hierbas aromáticas.
Precisamente, cultivan estas hierbas al pie de la montaña del Pedraforca, en unas condiciones y una altitud que garantizan la preservación de sus principios activos y que son de una gran calidad. Cultivan especies como la menta piperita, la menta naranja, la menta manzana, la hierbabuena, el azahar, el poleo, el tomillo, la salvia, la ajedrea, el hisopo y el orégano. Y son de los pocos productores de tila ecológica autóctona que hay en Cataluña. Preparan condimentos culinarios a base de orégano y mezcla de hierbas, e infusiones relajantes y digestivas a partir de combinaciones de hierbas.
En Cal Andreuet tienen también yeguas de carne de la raza autóctona caballo pirenaico catalán, más resistente y adaptada a las condiciones del territorio, que pacen en libertad. Con una alimentación exclusivamente a base de la leche de sus madres, hierba de los prados y agua de la alta montaña, su carne tiene unas excelentes propiedades.
Finalmente, y con la inquietud de seguir recuperando variedades locales de cultivos, en los campos de Cal Andreuet producen de forma más reducida maíz de escairar —una vez desgranado y pelado (escairat), es uno de los productos singulares y tradicionales de la comarca del Berguedà—; la variedad local de trigo forment blanco, de grano duro y color blanquecino; la pisana, una variedad antigua de espelta, y variedades antiguas de alubias para grano, como la judía afartapobres, la sastre y la confit.
Los frutos de sus tierras tienen una mayor composición mineral y un menor contenido en agua, un sabor único y una calidad excepcional.
Poniendo en valor el legado y el patrimonio
Además, desde Cal Andreuet, desarrollan una vertiente de investigación y divulgación. En su página web www.calandreuet.com, hacen difusión de recetas, refranes y conocimientos asociados al saber popular, y realizan y participan en publicaciones divulgativas propias, publicaciones científicas o de interés, donde explican entre otras cosas las labores de prospección de variedades antiguas del Berguedà, de variedades antiguas de árboles frutales en el Parque Natural del Cadí-Moixeró…
Cuando les preguntamos cuáles han de ser, a su parecer, las claves para que las futuras generaciones valoren y sigan manteniendo el patrimonio, Carles nos dice que «en primer lugar, nosotros recogemos el legado que nos han dejado nuestros antepasados, porque es nuestro patrimonio y lo que nos hace singulares. Pero no lo hacemos por nostalgia sino porque creemos que es una buena estrategia de adaptación a los cambios y nos genera una menor dependencia exterior. Recogemos este patrimonio pero también seleccionamos y evaluamos aquello que nos es realmente útil y descartamos aquello que no lo es. El progreso nos ha traído cosas buenas y otras que simplemente hemos asumido por inercia. La globalización nos está homogeneizando como seres humanos en el ámbito cultural. Buscar en el legado de nuestros ancestros las vías para ser diversos puede ayudarnos a construir alternativas más respetuosas».
Cuando hablamos de cuáles son los principales obstáculos que han tenido que superar para sacar adelante una iniciativa como Cal Andreuet, Carles es contundente: «actualmente, el principal obstáculo para un pequeño proyecto agroalimentario como el nuestro proviene principalmente de la burocracia y de todas las trabas legales para llevarlo a cabo. También es un obstáculo para nosotros el desconocimiento social del mundo rural y la falta de respeto hacia el trabajo que hacemos (molestar a los animales, coger fruta o patatas, pasear por los prados que son el alimento para nuestros animales…). Tampoco podemos olvidar el cambio climático, ya que el hecho que las precipitaciones sean cada vez más inestables y que la temperatura media tienda a aumentar, dificulta la labor a la hora de llevar a cabo algunos cultivos. Y, finalmente, podríamos destacar, igualmente, la inestabilidad, tanto económica como ambiental y social».
Carles opina, también, sobre la relación actual entre el hombre y el entorno: «se ha confundido el amor hacia la naturaleza con su abandono para que sea más virgen. Durante muchos años nuestros antepasados se relacionaron de una manera positiva con el medio que les rodeaba; una prueba de ello es el patrimonio que tenemos. Pero ahora hemos dejado de relacionarnos con él directamente, y lo utilizamos únicamente para el ocio. En lo que nos concierne, si nos paramos a pensar, resulta un poco de locos pretender cultivar la misma tierra con la que nuestros antepasados a duras penas podían ganarse la vida. Además, hemos de poner cables y electricidad porque, si no lo hacemos, la fauna salvaje nos destroza los cultivos y para controlar la falta de respeto de determinadas personas».
«El progreso nos ha traído cosas buenas y otras que simplemente hemos asumido por inercia. La globalización nos está homogeneizando como seres humanos en el ámbito cultural. Buscar en el legado de nuestros ancestros las vías para ser diversos puede ayudarnos a construir alternativas más respetuosas».
Conciencia y soberanía
El día a día de los impulsores de Cal Andreuet es muy diverso: «vivimos claramente bajo la influencia de la naturaleza y esto hace que, dependiendo de la época del año, nos dediquemos a unas labores o a otras y tengamos que prever las tareas con mucha antelación. Pero al mismo tiempo, un hecho fortuito puede tergiversar todos los planes al último momento». Para Carles, el proyecto «es el modo de vida que he encontrado».
Sabe que el futuro es incierto porque hay muchas variables internas y externas que desconocen y no pueden controlar: «a pesar de todo, asumimos el reto de continuar este proyecto desde una perspectiva optimista y con ganas de seguir desarrollando nuestra labor».
Bajo pedido y disponibilidad previa, es posible ir a descubrir la iniciativa, pero «siempre que haya un interés por intercambiar experiencias. ¡Nosotros no somos una actividad lúdica!». En cuanto a sus productos, los venden directamente en su explotación, trabajan con tiendas de la comarca, distribuyen a grupos de consumo o núcleos organizados, «¡y nos encantan los restaurantes que saben trabajar muy bien y dar valor a aquello que hacemos!».
Les gustaría transmitir a los consumidores que es importante que se impliquen realmente en su alimentación: «es necesario que todos y todas seamos conscientes de que somos soberanos de nuestros actos, que a través de la compra de alimentos estamos diciendo qué territorio y qué mundo queremos. A mí me gustaría que todo el mundo fuera capaz de producirse una parte de su propia comida, y que esto se tradujera en una realización y una satisfacción en el ámbito personal, en darse cuenta de que este hecho hace que la persona sea capaz de ser autosuficiente. En la sociedad en la que vivimos hemos delegado muchas de las tareas básicas en terceros. Para mí, elaborar mi propia comida es una forma de empoderarme. Cuando uno hace las cosas por sí mismo, toma mucha más consciencia de todo lo que ello implica, el esfuerzo, la dedicación…».
Preguntamos a Carles si confía en un cambio de tendencias en lo que respecta al consumo, con una visión más responsable, y nos contesta que, de entrada, no. «Sí que hay unos determinados sectores de la sociedad que son muy receptivos en cuanto a ejercer un consumo responsable. Pero creemos firmemente que sin una política que realmente apueste por el territorio y por el consumo responsable y de proximidad, hoy por hoy, para la mayoría de la sociedad resulta inviable cambiar su modelo de consumo.»
«Es necesario que todos y todas seamos conscientes de que somos soberanos de nuestros actos, que a través de la compra de alimentos estamos diciendo qué territorio y qué mundo queremos. A mí me gustaría que todo el mundo fuera capaz de producirse una parte de su propia comida, y que esto se tradujera en una realización y una satisfacción en el ámbito personal. Para mí, elaborar mi propia comida es una forma de empoderarme.»
Arraigados al territorio, trabajando por su futuro
Hablamos del futuro del sector primario. «Nuestro proyecto se sustenta en la tierra —dice Carles—. Cal Andreuet está arraigado al territorio desde el momento en el que tiene una base para contribuir a la preservación del paisaje. Además, trabajar conjuntamente con otros actores locales como pueden ser restaurantes, comercios u otros proyectos… implica que contribuimos al desarrollo económico de la zona. También hay que remarcar que nuestra propuesta no se basa en el sector turístico, y por lo tanto ayuda a diversificar el desarrollo local que, por desgracia, se ha basado en exceso en el monocultivo turístico.»
Es su proyecto de vida, «un proyecto interesante puesto que recoge el legado que históricamente ha tenido la payesía catalana a la hora de llevar a cabo su actividad. Durante años, se nos ha vendido la idea de que nos hemos de especializar, que hemos de invertir y que hemos de crecer para poder ser competitivos como sector primario. Pero el hecho de tener una explotación pequeña pero altamente diversificada nos ayuda a poder ser resilientes».
Cal Andreuet
Agricultura ecológica de alta montaña
Cal Andreuet
25716 Sorribes, Gósol
Berguedà (Lérida)
Tel.: +34 617 678 755
www.calandreuet.com
carles@calandreuet.com
Persona de contacto: Carles Riu Bosoms