Alma artesana impregnada de magia
La bruma ha tenido un papel determinante en la vida de Cristina Pallàs, especialmente desde el verano de 2018 cuando, en Tenerife, descubrió qué relación había entre ella y este perturbador —y al mismo tiempo fascinante— fenómeno natural. La bruma le hizo cuestionarse a sí misma, para verlo todo, después, con claridad. Tras una reflexión que le condujo a conectar con su esencia y su vertiente más creativa, llegó la hora de actuar. Y para hacerlo, recondujo su vida… hasta la cerámica, aquello que verdaderamente le apasiona y en la que ha encontrado, también, una fuente de equilibrio y bienestar.
Los orígenes, la transformación
Cristina empezó la carrera como diseñadora gráfica y dedicaba parte de su tiempo libre a la ilustración. Con “un fuerte vínculo con la estética, la imagen y todo aquello que tenga que ver con el arte, con crear y experimentar”, explica que ya desde pequeña sentía una atracción especial por el mundo de la cerámica. En este sentido, le gusta pensar que su bisabuelo, el escultor Josep Viladomat, le transmitió algo de este amor por el arte. “Tanto es así, que Bruma Ceramics es también un homenaje a su obra y a su persona”, reconoce.
Vinculada, pues, al arte durante toda su vida, la bruma, en Tenerife, la transformó y la condujo hasta lo que quería en la vida. “La bruma forma parte de mí, aparece cuando la necesito para crear, buscar soluciones, reformular lo que tengo establecido.” El componente de entretenimiento que hasta entonces había asociado al hecho de jugar con el barro pasó a ser la base de una nueva profesión: Cristina dejó el trabajo de oficina y se formó como ceramista con la maestra Corrie Bain, en la Corrie Bain Ceramics School de Poblenou, en Barcelona. Cursó una formación intensiva de tres meses: “ella fue la primera en darme una clase de torno; me encantó su delicadeza”.
La magia de la cerámica la enamoró desde el primer día. “La sensación del barro mojado en las manos, el sonido de la pieza al retornar, el mundo de los esmaltes y la emoción al sacar las piezas del horno…” Tanto es así que dice que es su meditación personal, un conjunto de procesos artesanales que le aportan paz, tranquilidad y sensación de libertad. Todo se detiene, para vivir el presente.
Con un fuerte vínculo con la estética, la imagen y todo aquello que tenga que ver con el arte, con crear y experimentar, se define como una artista minimalista, muy influenciada también por el arte japonés y por la belleza propia de la imperfección.
Cada pieza, única, una historia diferente
Cristina cuenta, por ahora, con una única colección, Freckles —aunque tiene previsto crear un par más este 2022-2023—, y elabora además otras piezas tanto de mesa (vajilla, fruteros…) como de decoración (jarrones, centros de mesa, bandejas para joyas…).
Freckles —que en inglés significa pecas— está formada por un conjunto de piezas pensadas para constituir una vajilla (platos, vasos, tazas y boles). Cada una de ellas lleva su huella y está diseñada, pensada y creada para que pueda “pasar de generación en generación para generar pocos residuos y una mínima huella de carbono”. Son piezas de cerámica muy especiales “que quieren ser un homenaje a la singularidad de cada persona, como lo son las pecas. El barro utilizado tiene unos puntitos (óxido de hierro) similares a las pecas, de aquí el nombre de la colección, una metáfora de aquello que te hace ser tan especial. Se trata de piezas funcionales minimalistas que te invitan a disfrutar de un momento, mientras aprovechas para observar todo aquello que te hace ser una persona única. Cada pieza propone un momento para celebrar tu universo”. Quieren transmitir, pues, bienestar y ser inspiradoras, ya que han surgido de un proceso que requiere paciencia, esmero y atención y que comporta mucho tiempo.
La mayoría de las creaciones de Bruma se han hecho en el torno, elemento que Cristina combina, a veces, con la técnica del modelado. La experiencia —y vivencia— de crear “requiere dedicación y, sobre todo, ¡mucha paciencia! Una pieza tarda aproximadamente unos 15-20 días en estar hecha, y todo ello implica pensar en qué se quiere hacer, tornear, retornear, pulir… Antes de entrar en la primera hornada, la pieza ha dejarse secar entre 5 y 8 días, dependiendo de cada una (las hay que han de dejarse secar muy despacio para que no se agrieten ni se deformen). Una vez seca, entrará en la primera cocción (llamada biscuit), donde alcanza una temperatura de 980 °C (este proceso dura unas 24 horas aproximadamente y transforma lo que es arcilla en un material más duro y apto para poderlo revestir con un esmalte). Seguidamente se esmalta y vuelve a entrar en el horno, donde en esta ocasión permanecerá unas 48 horas, con una temperatura máxima de 1.250 °C, para conseguir una pieza fuerte y resistente”.
La magia de la cerámica la enamoró desde el primer día. Dice que es su meditación personal, un conjunto de procesos artesanales que le aportan paz, tranquilidad y sensación de libertad. “Todo se detiene, para vivir el presente.”
Hablamos con Cristina para que nos descubra más secretos de Bruma Ceramics.
Si tuvieras que explicarle a alguien quién eres, ¿cómo te definirías como persona? ¿Y como artista?
Me definiría como una persona paciente, sensible y discreta. Me gusta hacer yoga, las puestas de sol y el olor del café por las mañanas. Me definiría como una artista minimalista, muy influenciada también por el arte japonés y por la belleza propia de la imperfección.
¿Cómo describirías tu trayectoria vital, hasta hoy en día?
Incierta, sorprendente…, una estrecha relación con las montañas y el arte.
¿Y los cambios en tu trayectoria profesional, siempre asociados a la vertiente artística? ¿Cómo ha sido tu evolución en este sentido?
En mi trayectoria profesional necesitaba LIBERTAD; poder crear sin un encargo previo y ligado a unas directrices marcadas. Los clientes que teníamos en la agencia donde trabajaba como diseñadora gráfica eran multinacionales bastante grandes y yo no compartía los mismos valores. Un día, después de recibir un correo en el que se informaba de una formación intensiva de ceramista, decidí dejar el trabajo de oficina y hacer el curso. Me di un año de margen.
Cada pieza de su colección Freckles —principalmente piezas de vajilla como tazas, platos y boles, o decorativas como bandejas, jarrones, platos para joyas…— quiere ser un homenaje a la singularidad de cada persona.
Comentas que, desde bien pequeña, ya tenías inquietudes e intereses relacionados con la cerámica y los procesos artesanales. ¿Qué recuerdas de tu infancia vinculada al arte?
De pequeña siempre decía “¡quiero ser pintora!”; me encantaba pintar y dibujar y lo hacía constantemente. ¡Recuerdo hacer dibujos para todo el mundo! De mi bisabuelo no tengo ningún recuerdo ya que murió siete meses antes de nacer yo, pero todos dicen que soy la artista de la familia. No ha habido nadie más que se haya dedicado al arte (al menos de momento).
¿Qué te aportaron la formación y los conocimientos que adquiriste junto a Corrie Bain?
Corrie trabajaba en El Torn Barcelona, una escuela de cerámica donde se hacen workshops y clases semanales. En 2018 tuve mi primer contacto con el torno allí, haciendo un curso intensivo de fin de semana del cual ella era la profesora. Me gustó tanto que me apunté a clases semanales de torno en otro taller que quedaba más cerca del trabajo. Al cabo de un año, recibí un correo de Corrie en el que me informaba de que había montado su propio taller y que haría un curso de ceramista intensivo de tres meses. ¡Eso fue para mí LA SEÑAL! Dejé el trabajo en mayo de 2019 y en septiembre empezaba el curso.
¿Cómo fueron los inicios de Bruma como proyecto?
El verano de 2018, en Tenerife (adonde viajé con Uri, mi pareja, para hacer surf), fue un momento vital y de cambios. Fue entonces cuando decidí que si alguna vez emprendía un proyecto personal le pondría el nombre de Bruma, muy simple y bonito.
El inicio fue muy emocionante y motivador. Soñaba con el torno y con todas las piezas que iba a hacer. Durmiendo me llegaban ideas y al día siguiente, en el taller, las intentaba llevar a cabo. Eso sí, iba con la “5ª marcha” puesta todo el día sin parar, incluso combinando algunos trabajos de diseño gráfico como freelance. Entonces llegó la COVID-19 y gracias a ello paré. Me fue muy bien reflexionar y tocar un poco de pies en la tierra.
Vivía en Barcelona con mi pareja y llegamos a la conclusión de que ambos queríamos dejar el ritmo frenético de la ciudad y replantearnos nuestro estilo de vida. Los dos somos de montaña (él, de Puigcerdà, y yo, de Andorra), así que, ¿qué mejor opción podía haber que no fuera volver a las raíces? En diciembre de 2021 nos mudamos a Puigcerdà y creo que es la mejor opción que podíamos haber tomado, porque hemos hecho un gran cambio en cuanto a calidad de vida.
Aquellos meses, todo hay que decirlo, fueron muy duros en lo que al trabajo se refiere. Pensaba que enseguida iba a encontrar un espacio en el que montar el taller y, finalmente, estuve casi hasta el mes de agosto sin poder producir. No encontraba un local adecuado a mis necesidades. Como no tenía ingresos porque lo había parado todo, decidí volver a aceptar pequeños encargos de diseño gráfico, hasta el punto que, con una buena amiga de Andorra, hemos acabado montando NEVA, un estudio de diseño gráfico y storytelling (www.estudineva.com). Así que, ahora mismo, mi día a día pasa por hacer malabarismos entre los dos trabajos que, por suerte, me encantan y puedo combinar bien.
“El inicio fue muy emocionante y motivador. Soñaba con el torno y con todas las piezas que iba a hacer. Durmiendo me llegaban ideas y al día siguiente, en el taller, las intentaba llevar a cabo.”
¿Qué vínculo mantienes con el entorno en el que vives? ¿De qué manera están presentes este vínculo y la naturaleza, en tu vida?
Nací en Andorra y viví allí hasta los 18 años, cuando fui a estudiar a Barcelona. El vínculo ha estado siempre, y la naturaleza forma parte de mi esencia y la de mis proyectos.
¿Cómo definirías tu relación con los materiales que utilizas para tus creaciones? ¿Cómo los seleccionas? ¿Y los colores y esmaltes? ¿Los elaboras tú misma? ¿De dónde obtienes los pigmentos?
Normalmente trabajo con gres de alta temperatura. Es un material muy resistente sobre todo porque hago piezas de vajilla que probablemente se tengan que apilar y poner en el lavavajillas. A lo largo de la carrera de ceramista he creado muchos esmaltes yo misma, pero solo utilizo tres, de los míos (¡una receta secreta!). El mundo de los esmaltes es un mundo a parte en el que me encantaría profundizar.
¿Qué técnicas utilizas, y por qué?
Las piezas que elaboro están hechas principalmente con el torno aunque últimamente también me gusta mucho irlo alternando con modelado. Si hago modelado, me gusta hacer las piezas con la técnica del pellizco, una técnica ancestral y muy intuitiva con unos resultado orgánicos e irregulares. Incluso pueden verse las marcas de los dedos cuando pellizcas el barro… ¡Me encanta!
“Mantengo una estrecha relación con las montañas y el arte. El vínculo ha estado siempre, y la naturaleza forma parte de mi esencia y la de mis proyectos.”
¿Para ti es importante que tus creaciones tengan una vertiente utilitaria? ¿Por qué?
Me gusta hacer piezas utilitarias para que te acompañen en los rituales del día a día y te hagan sentir a gusto (una taza de café, un platito para el incienso…). No es importante que tengan una vertiente utilitaria, pero son las piezas con las que más disfruto.
En tu obra, el respeto hacia el medio ambiente se traduce, por ejemplo, en el hecho que piensas en piezas que puedan pasar de generación en generación. ¿Cómo está presente esta conciencia a la hora de crear?
El respeto hacia el medio ambiente es más bien por los materiales que utilizo a la hora de trabajar. Por suerte, el barro que me sobra en el proceso de producción lo puedo reciclar infinitamente. Para el packaging utilizo siempre cartón y materiales ecológicos y respetuosos con el medio.
¿Cómo es, en general, tu proceso creativo? ¿Cómo y desde dónde empieza? ¿En qué te inspiras, cómo desarrollas nuevas ideas y cómo es un día cualquiera en tu vida?
Cuando creo, el mundo y el tiempo se detienen. Es un momento en el que me siento muy en paz y en el que no pienso en nada más. Me gusta mucho ir probando y experimentando por el camino. Como decía Picasso, la inspiración te llega mientras trabajas, ¿verdad? ¡Pues en mi caso es exactamente así! Cuando hay alguna forma que me gusta, la paso por el horno como prototipo y la esmalto. Siempre tengo la libreta cerca para apuntarme todo lo que pase por el horno, ya que el barro encoge un 14% entre hornada y hornada, por lo que es importante conocer las medidas de cada pieza cuando está cruda por si la quisiéramos replicar.
“Las piezas que elaboro están hechas principalmente con el torno, aunque también me gusta mucho irlo alternando con modelado. Si hago modelado, me gusta hacer las piezas con la técnica del pellizco, una técnica ancestral y muy intuitiva con unos resultado orgánicos e irregulares.”
¿Qué lazos estableces con cada una de las piezas que creas en el torno? ¿Cómo se impregna tu esencia?
Al principio, cuando empezaba con la cerámica, sentía un gran apego hacia toda pieza que creaba. Ese apego lo he ido perdiendo, especialmente a raíz del curso de ceramista, ya que nos hacían partir muchas piezas por la mitad para ver el grosor que tenían, etc.
Mi esencia se impregna en la delicadeza de la forma. Inspirada siempre por los sutiles contrastes de colores, materiales…, intento extrapolar a las creaciones el amor que siento hacia la naturaleza.
¿Qué distingue tus piezas?
“Handmade ceramics for cozy moments”: esta es la frase que resume la esencia de Bruma Ceramics. Productos artesanales que te hagan sentir a gusto en tu día a día. Pienso que mi clientela valora, de mis creaciones, que sean piezas hechas a mano. Lo primero que me preguntan cuando estoy presente en algún mercado es: “¿todo esto lo has hecho tú?”.
“Cuando creo, el mundo y el tiempo se detienen. Es un momento en el que me siento muy en paz y en el que no pienso en nada más. Me gusta mucho ir probando y experimentando por el camino.”
¿Haces obras personalizadas y por encargo?
Sí, también hago encargos personalizados. He de decir que lo que más he disfrutado haciendo ha sido una vajilla completa para la casa de la playa de una chica.
¿Y qué es lo que te gusta más y menos de tu profesión?
Lo que más me gusta es la libertad que tengo a la hora de crear y de estructurar mi trabajo. Cada semana es distinta, cada encargo es diferente…, es increíble y ¡nunca me aburro! Lo que menos me gusta son los envíos. Como se trata de piezas muy delicadas, se han de envolver muy muy bien; el coste del envío no es barato…, eso también encarece la pieza.
Tu taller se puede visitar, y además impartes cursos, talleres, workshops, clases de cerámica para grupos privados… ¿Qué descubre quien se apunta? ¿Puede asistir todo el mundo?
¡Me encanta recibir visitas! Durante la semana me dedico a producir y hacer pedidos, y los fines de semana hago workshops tanto abiertos al público como para grupos privados. Se trata de talleres diseñados para un primer contacto con el barro.
¿Presentas tus creaciones en mercados? ¿En qué muestras se te puede encontrar, habitualmente?
¡Sí! El Tipis Cerdanya es uno de los mercados en los que me podéis encontrar, en las ediciones de Navidad y verano. Y también asisto a La Serenalla, un mercado muy chulo que tiene lugar en Andorra.
“Mi esencia se impregna en la delicadeza de la forma. Inspirada siempre por los sutiles contrastes de colores, materiales…, intento extrapolar a las creaciones el amor que siento hacia la naturaleza.”
En cuanto a la vida en Puigcerdà, ¿tu trabajo como artesana te permite disponer de tiempo libre para disfrutar de la naturaleza?
Ahora mismo, con los dos trabajos que tengo, me está costando un poco encontrar tiempo libre. Pero los fines de semana en los que no hago workshops intento salir a hacer alguna excursión y disfrutar de la preciosa Cerdanya.
¿Crees que las diferentes expresiones artísticas han de ponerse más en valor a la hora de dinamizar el territorio, como un atractivo patrimonial?
¡Por supuesto! Forman parte de su identidad y han de ponerse en valor. Vivimos en un territorio precioso y muy auténtico, pero la globalización y el gran consumo hacen mucho daño porque contribuyen a que se pierda la esencia. Aun así, van surgiendo proyectos con mucha identidad y alma en el territorio, ¡y espero que continue así!
¿Invitarías a otras personas a emprender un proyecto como el tuyo y a dar un paso como el que diste, en un entorno natural y emprendiendo el proyecto de tu vida?
Invito y animo a todo aquel que dude, a dar el paso de emprender su propio proyecto. Ahora mismo no concibo el hecho de trabajar para nadie. Es cierto que no es fácil, pero es el precio que se paga por la libertad.
“¡Me encanta recibir visitas! Durante la semana me dedico a producir y hacer pedidos, y los fines de semana hago workshops tanto abiertos al público como para grupos privados. Se trata de talleres diseñados para un primer contacto con el barro.”
Dices que crear con el torno implica juego y experimentación. ¿Qué te gustaría hacer, más adelante?
Tanto el torno como el modelado implican juego y experimentación, y son dos técnicas que gusta mucho ir combinando. Más adelante también me gustaría aprender a hacer moldes de yeso, por si alguna vez tuviera que hacer un gran número de piezas en serie, como por ejemplo para el mundo de la restauración.
Finalmente, ¿cómo imaginas tu futuro?
Intentaré vivir el día a día y ¡dejar que la vida me sorprenda! Me encantaría poder seguir creando, viajar… y ¡no dejar nunca de aprender de otros ceramistas!
Bruma Ceramics
Avenida dels Pirineus, 5
Puigcerdà (Cerdanya)
Gerona
Teléfono: 677 742 640
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Persona de contacto: Cristina Pallàs Mora