La mirada del pastor de alta montaña y fotógrafo
Apasionado por la montaña, Zacarías Fievet se erige como un gran defensor de la ganadería extensiva y del pastoreo, oficio que quiere dar a conocer para que otros se sumen a elegirlo como medio de vida. Y es que, para él, la labor del pastor es esencial y muy necesaria, por ejemplo, para el aprovechamiento, la limpieza y la conservación de los montes y el entorno. No obstante, se trata de un oficio que poco a poco se pierde.
Una trayectoria en ascenso
Formado en un grado medio de agricultura y ganadería, Zacarías Fievet ha vivido desde niño el pastoreo, que aprendió de sus padres, en el valle de Benasque. Es el menor de seis hermanos, cuatro de los cuales también se dedican a este oficio, que llevan en la sangre.

Su primera experiencia como pastor tuvo lugar en el valle de Arán, en Baqueira, y desde entonces, ha ejercido en la montaña de Bono, el valle de Benasque —en los Llanos del Hospital y en los Baños de Benasque—, el valle de Chistau, en la Montaña Palentina, en Llessui, en los Alpes… Según su experiencia, este oficio tan solitario crea vínculos únicos entre el hombre, la naturaleza y los animales, y es el modo de vida ideal para quienes aman el entorno natural. Reconoce, no obstante, que el pastoreo puede llegar a perderse por desconocimiento, y por ello anima a otras personas de su generación a informarse y acudir a las escuelas de pastores, para que prueben cómo es vivir entre pastos y paisajes únicos.
De su día a día destaca la libertad asociada a la montaña, el vínculo con la naturaleza y la observación de uno mismo, la relación que se establece con los animales y el medio, y el aprendizaje constante, pues cada jornada aporta experiencias distintas. Como ocurre con la fotografía, “nunca se repite el mismo paisaje”.
Para Zacarías, el solitario oficio de pastor crea vínculos únicos entre el hombre, la naturaleza y los animales, y es el modo de vida ideal para quienes aman el entorno natural.
Captando esencias
Precisamente la fotografía es otra de sus pasiones, “un entretenimiento que me acompaña”, como asegura. Así, en el año 2016, Zacarías decidió comprar una cámara y realizar, en Asturias, un curso de seis meses para contar con un certificado de profesionalidad en fotografía.
Desde entonces, su cámara se ha convertido en un medio para contar a otros cómo es su trabajo y modo de vida como pastor: mientras pastorea con el rebaño la lleva encima y, según se presentan los momentos, capta su esencia.
En su página web, www.traslosojosdelpastor.com, Zacarías Fievet cuenta que, para él, la fotografía es un espacio inmenso de posibilidades que le permite “captar, ver, comprender, conservar y recordar momentos realmente únicos”. Partiendo de la base que todos somos naturaleza, invita a contemplarla a través de sus ojos, mediante sus instantáneas —que se pueden adquirir en su página web o sus exposiciones.
Su objetivo es divulgar, con sus imágenes, la importancia de su oficio y mostrar su forma de vivir, de sentir, transmitir la armonía que se establece entre los animales y la montaña, y concienciar sobre el respeto hacia todos los elementos que conforman este entorno. Explicar la trascendencia del pastoreo y reivindicar su importancia y necesidad para, de este modo, contribuir a su recuperación.
También es “una invitación a contemplar la naturaleza de una manera más pausada, relajada y atenta”.
Mediante la fotografía, Zacarías divulga y reivindica la trascendencia del pastoreo para, de este modo, contribuir a su recuperación. Asimismo, da a conocer la armonía que se establece entre los animales y la montaña, y conciencia sobre el respeto hacia todos los elementos que conforman este entorno.
Tras los ojos del pastor: la mirada de Zacarías
Tras los ojos del pastor es la exposición de fotografía itinerante con la que Zacarías Fievet muestra la razón de ser de su trabajo. Es un alegato en defensa del pastoreo que él contribuye a mantener con vida, basado en la fuerza y la belleza de los paisajes en los que se desarrolla.
La muestra se compone de instantáneas de gran formato, esencialmente de Baqueira y de los Llanos del Hospital, y se acompaña de elementos naturales como hojas de boj, esquilas o cencerros, trucos y cuartizos, y además ofrece un recorrido sonoro por los montes en los que pastorea.


Pero, ¿cómo es realmente el día a día de esa vida que Zacarías desea contar? Hablamos con él para que nos lo explique, en esta ocasión, con palabras.
¿Cómo empezó tu pasión por el pastoreo? ¿Y la relación de tu familia con este oficio?
La relación empieza con las escuelas de pastores. Tanto mi madre como mi padre eran urbanitas y las escuelas fueron una puerta al campo que permitió que nosotros nos pudiéramos criar en ese ámbito. Pasé los veranos de mi infancia entre montañas, en casas de ganaderos viendo la pasión que transmitían y alimentándome de la autenticidad del mundo pastoril…, así que me fui enganchando. Y aún más, el día que empecé como pastor y vi que era una vida que me daba tranquilidad, relajación, y que me permitía ser yo mismo, sin fachadas. Con todo ello, la soledad —que realmente no es tal, pues estoy con mis ovejas y mis perros— me permite observarme y tener mucho tiempo para pensar.
“El día que empecé como pastor vi que era una vida que me daba tranquilidad, relajación, y que me permitía ser yo mismo, sin fachadas.”
¿Qué significa para ti la montaña y el entorno natural?
La montaña tiene para mí un significado brutal. En ella hay mucha potencia y constantemente revela cosas (¡si quieres escucharla, claro!). Es el principio de la vida de muchísimos ecosistemas de un medio natural en el que todo ocurre, y en el que todo va a afectar e influir en otras zonas más bajas (nevadas, lluvias, deshielo…). Para mí, la montaña es, en una palabra, pureza. Por ello es importante cuidarla a través de una buena gestión forestal, a lo que contribuye el pastoreo.
Creo que la montaña es un lugar en el que todavía existe la esperanza del buen hacer, de algo perpetuo. Es una oportunidad. Es el principio de todo, de un cambio que, si realmente se quiere llevar a cabo, debe hacerse desde arriba hacia abajo… Por ejemplo, frente a la contaminación de las aguas, desde los pueblos de montaña se puede reconstruir su biodiversidad, limpieza y conservación. Un ejemplo de ello es San Juan de Plan, en el valle de Chistau, donde se pondrá en marcha una depuradora ecológica a través de plantas autóctonas.
Además, la montaña también significa, para sus habitantes, autosuficiencia. Se aprovecha la madera del bosque, los pastos, se crean relaciones entre vecinos, comunidad…
¿Cómo es un día a día de tu vida?
A lo largo del año mi día a día cambia mucho, porque hago muchas cosas diferentes. Incluso ocurre cuando estoy de pastoreo, porque a pesar de que la gente pueda pensar que éste es un trabajo monótono, todo cambia constantemente, porque en la naturaleza nada es siempre igual.
En ese caso, un día cualquiera empieza desayunando y preparando la mochila del pastor. Luego voy a las ovejas, curo a las que puedan tener alguna herida o a las que estén enfermas, y quizás haga algún parque nuevo para el rebaño para pasar la noche. Suelto el rebaño, que durante el día va pastando, y procuro que las ovejas estén en libertad pero más o menos reunidas. Es entonces cuando, además de observar las ovejas y comer o echar una siesta, tengo momentos para leer, hacer fotos, tocar algún instrumento (Zacarías nos comenta que a veces lleva consigo un clarinete o una flauta pequeña, y que tiene previsto tener una armónica. “En otra vida, y si tuviera tiempo, sería músico”, afirma), realizar alguna llamada si tengo cobertura, identificar plantas, observar, sentir, disfrutar. Al final del día regresamos al lugar donde dormirán las ovejas y las encierro. Llego a la cabaña por la noche, preparo la cena y me acuesto.
“La montaña tiene para mí un significado brutal. En ella hay mucha potencia, constantemente revela cosas y es un lugar en el que todavía existe la esperanza del buen hacer, de algo perpetuo. Es una oportunidad y el principio de todo.”

¿Cuáles son las principales ventajas e inconvenientes de este tipo de vida en las montañas?
Las ventajas son muchas, pero esencialmente la oportunidad de ser y de estar en contacto con la naturaleza. Y los inconvenientes: cuando hace frío, las tormentas, la parte inaccesible a lo social (que de vez en cuando viene bien), las dificultades asociadas a actos como ir a comprar (que implican desplazarse y madrugar mucho, por ejemplo)…, aunque todo ello se extrapola a lo positivo, pues también forma parte de ello.
¿Cómo se gestiona la soledad que va asociada a este oficio?
En la soledad cada persona se encuentra consigo misma y, según lo que te pase, lo que sientas, según como estés… la gestionarás de un modo u otro. La mía no es una soledad impuesta, sino escogida. De hecho, creo que todo el mundo debería vivir una soledad elegida en algún momento, y cuanto antes mejor, pues en la vida siempre llega ese instante de soledad obligada, y es importante saber gestionarla bien. Vivir una soledad elegida es perfecto para estar bien con uno mismo y, luego, por ejemplo, saber estar bien en pareja durante mucho tiempo.
¿Y las relaciones personales, familiares, sociales…?
En cuanto a las relaciones personales, cada persona es diferente. Yo gestiono mis relaciones simplemente siendo, invirtiendo tiempo solamente con las personas con las que caso, con las que me llevo bien.
En lo que se refiere a mi familia, tampoco estoy mucho con ella. Es aquello del dicho: “No hay noticias, buenas noticias.” Estamos unidos y para cualquier cosa importante siempre estamos ahí. Intentamos reunirnos de vez en cuando, pero estamos muy esparcidos (en Asturias, los Alpes, diferentes valles…) y no tenemos mucho contacto diario.
Y en cuanto a las relaciones personales y de amistad, en verano desaparezco tres meses pero al volver es como si no hubiese pasado el tiempo, pues seguimos siendo los mismos como personas. No tengo contacto diario con la gente y, cuando regreso, en general la tónica es compartir. Y es mejor, porque en nuestras relaciones sociales no hay monotonía y las disfrutamos al 100%.
“Creo que todo el mundo debería vivir una soledad elegida en algún momento, y cuanto antes mejor, pues en la vida siempre llega ese instante de soledad obligada, y es importante saber gestionarla bien.”
¿Cómo es tu vínculo con el rebaño, los perros…?
Depende del rebaño con el que esté. Yo tengo 50 ovejas, y la relación es más directa, pero puedo tener rebaños de otros de 2.000-3.000 ovejas, y entonces el trato con los animales ya no es tan cercano, sino que se da un trabajo más contemplativo y de control. De todos modos, mi relación más cercana es con los perros —Sempa y Lima—, con quienes me enfado, me reconcilio… Realmente no estoy solo, pues me dan mucha compañía.
¿Cómo crees que contribuye el oficio de pastor al mantenimiento del paisaje y el entorno?
El pastoreo contribuye de muchas formas al entorno. Gracias al pastoreo ovino, sobre todo, conseguimos hacer proliferar mucho las plantas leguminosas, que son las que fijan nitrógeno al suelo y hacen un abonado natural brutal, conservando la biodiversidad.
Mediante el oficio del pastor, al desplazar el rebaño y con el transporte de las semillas en los estómagos de las ovejas —u otros animales—, se favorece la extensión de este pasto a otras zonas de vegetación más arbustiva o dura, con lo que con los años (sin hacer sobrepastoreo) se regeneran esas áreas, se enriquecen y se renueva la biodiversidad del suelo y el subsuelo. Con todo ello conseguimos que mejore la cubierta vegetal y también el subsuelo, con el enraizamiento de las plantas y el aireamiento del suelo, aportando unos microorganismos muy beneficiosos a la tierra. Esto también repercute en un filtrado y limpieza de las aguas, pero no solamente eso: gracias a la erosión del terreno que hacen las ovejas con su paso, hacen una labor de retención de aguas. Lo mismo sucede cuando pastan la hierba, pues al quedar el rastrojo, este permite que la nieve se asiente.
La acción derivada del pastoreo (con los animales, la lana…) también contribuye a la atracción de insectos, que a su vez atraen a pájaros de tamaño menor. La lana perdida es recogida por los pájaros, quebrantahuesos… para aprovecharla para sus nidos.
Y hay muchos más beneficios: también debemos tener en cuenta la conservación de caminos con la trashumancia… o el propio bienestar de los animales dado por esta libertad. El cerdo, por ejemplo, es uno de los animales que, en extensivo, más limpia el monte ya que, en zonas arbustivas, degrada mucho el terreno. Además, no huele y los desechos se reparten por el terreno, sin provocar la toxicidad del subsuelo por filtrado de las heces y los deshechos. Para poner un ejemplo. Y es que en la ganadería extensiva está todo equilibrado.
De hecho, todos estos beneficios se transmiten a nuestra alimentación. En el caso de la ganadería, se traduce en una excelente calidad de carne.
“Al desplazar el rebaño y con el transporte de las semillas en los estómagos de las ovejas, se favorece la extensión de este pasto a otras zonas de vegetación más arbustiva o dura, con lo que con los años se regeneran esas áreas, se enriquecen y se renueva la biodiversidad del suelo y el subsuelo.”


¿Cómo definirías, en términos generales, los ciclos que vives cada año en la montaña?
Es como si vivieras primavera, verano y otoño en tan solo tres o cuatro meses. En la primavera, en junio, empieza a explotar toda la hierba, con una temperatura agradable.
Desde mediados de julio a mediados de agosto equivaldría a verano, que es cuando los animales tienden a ir hacia las crestas, a buscar las corrientes de aire en las zonas más altas, escasea el agua en algunos sitios y algunas zonas empiezan a amarillear. Se da una semana de ola de calor en la que los animales pastan muy pronto y por la tarde, mientras que al mediodía duermen.
Ya en septiembre empieza el otoño. A finales de mes colorean las hayas, los animales ya no tienen un instinto tan gregario, sino que se reúnen en pequeños rebaños, la calidad del alimento es menor y hay que asegurar que tengan cubiertas sus necesidades nutritivas y vitamínicas, y el pasto se traslada a zonas más bajas de la montaña.
¿Cómo ha cambiado tu vida desde que decidiste dedicarte al pastoreo?
Mi vida ha cambiado muchísimo, sobre todo a nivel personal y en cuanto a oportunidades. Gracias al pastoreo, acompañado de la fotografía, empecé a hacer exposiciones y eso me abrió muchas puertas. La televisión llegó a mí (Zacarías protagonizó un programa de Televisión Española), estoy en la Escuela de Pastores, en proyectos de desarrollo local, de producción de carnes sin antibióticos y sin pienso para volver a lo natural… Todo me ha llevado a estar encauzado en una lucha infinita y un aprendizaje brutal de la naturaleza y los animales, que enriquece el alma. Este es un oficio en el que aprendes y te enriqueces todos los días, y eso es muy grato.
Tu vida se vio alterada cuando empezaste a aparecer en el programa de televisión Entre ovejas, de Televisión Española, donde acompañabas a famosos a descubrir tu mundo y tu día a día. ¿Qué te aportó ese paso por el ámbito mediático? ¿Tu vida ha cambiado, a raíz de ese paso?
El programa me aportó conocer a gente famosa, ver cómo funciona la televisión… y mucho estrés, que no siempre supe gestionar. Para mí fue una buena sacudida, pero el resultado gustó.
En cuanto a mi vida, realmente tampoco ha cambiado tanto; todo sigue igual en mi día a día, lo cual es maravilloso. Después del programa seguí la campaña y, cuando la terminé, por miedo a la fama, hice un día de fiesta e inmediatamente después empecé a trabajar en una ganadería durante un año entero, en una zona muy bonita. Además, el programa se emitió durante el confinamiento, lo que fue perfecto para mí.
Lo que sí han cambiado son las relaciones sociales menos cercanas —hay gente que está más atenta a lo que haces, que te mira diferente, que se acerca a saludarte, a preguntarte sobre el programa…— y también todo lo relacionado con oportunidades y con las redes que yo llamo “antisociales”, a las que realmente tampoco hago mucho caso. Noté una subida de seguidores, recibí todo tipo de mensajes, entre ellos algunos muy chulos, de gente agradecida y muy amable, de personas que querían cambiar su vida y emprender el tema del pastoreo… Me salieron propuestas para hacer exposiciones. En cuanto a este tema y a la Escuela de Pastores, ha facilitado que llegara este sueño que quería realizar algo antes de lo que pensaba.
“Todo me ha llevado a estar encauzado en una lucha infinita y un aprendizaje brutal de la naturaleza y los animales, que enriquece el alma. Este es un oficio en el que aprendes y te enriqueces todos los días, y eso es muy grato.”
¿Crees, por el retorno que hayas podido recibir, que los valores que deseabas transmitir llegaron a un público quizás poco conocedor de una realidad como la tuya, y de la vida en el ámbito rural y el pastoreo?
Entre ovejas fue una fuente de oportunidades para llegar a mucha gente. No obstante, quedaron mensajes por transmitir, pues dije mucho más de lo que se mostró y emitió, porque el programa estaba centrado en los famosos y no tanto en mí.
Creo que el mensaje y los valores que deseaba transmitir realmente llegaron a la gente que quería recibirlos, que estaba predispuesta a escucharlos. Y puede que a aquellas personas que tuvieran dudas, quizás sí les pudiera haber hecho decantar por algo. De todos modos, está claro que solamente se reciben los mensajes si uno está abierto a recibirlos, por muy directos y claros que sean. Al fin y al cabo, quien no quiere escuchar no escucha.


Pasemos a tu otra pasión tan vinculada, también, con la naturaleza. ¿Cuándo se inició tu trayectoria como fotógrafo y por qué?
Cuando tenía 10-12 años ya andaba con cámaras de carretes. Me presenté a algún concurso de fotografía matemática en clase y, aunque no fui premiado, mi padre vio las imágenes y me aconsejó que le dedicara tiempo y ganas a esa afición porque, dijo, se me daba genial. Y yo, para llevarle la contraria, me apunté a agricultura y ganadería.
No fue hasta que empecé como vaquero, cuando hice fotos con mi móvil y salieron fotones. De todos modos, yo atribuyo su mérito a la naturaleza, a los momentos, porque están ahí y cualquiera puede captarlos. Lo que sí vi entonces es que quizás era cierto que lo mío era la fotografía. Me apunté al curso, me compré una cámara, y el primer año que hice de pastor hice unas 20.000 fotografías… ¡o más!, para aprender, así que al final del verano hice una criba. Una persona cercana me insistió para que hiciera una exposición, de modo que imprimí y enmarqué las fotos y empecé con la exposición Tras los ojos del pastor, la página web…
Vi que lo que decía interesaba y gustaba a la gente, de modo que seguí con ello.
Hasta ahora he expuesto en ciudades como Huesca, Zaragoza, Valladolid…, pero esencialmente he presentado Tras los ojos del pastor en pueblos. De hecho, tengo algunas de exposiciones fijas en pueblos pequeños, para dar vida y desarrollo al medio rural, y llevar hasta estas zonas el arte y la cultura.
“Yo atribuyo el mérito de mis fotografías a la naturaleza, a los momentos, porque están ahí y cualquiera puede captarlos.”
La exposición Tras los ojos del pastor es itinerante. En cuanto a su formato, ¿en qué consiste, actualmente, y cuáles son sus objetivos? ¿Cómo describirías la esencia de tus fotografías? ¿Qué deseas transmitir y plasmar con ellas?
La exposición se compone de dos colecciones de 35 cuadros cada una: la de Baqueira y la de los Llanos del Hospital, ambas sobre los primeros años en los que hice de pastor. Aunque la idea inicial era hacer una colección por cada año que estuviera en la montaña, explicando mis vivencias durante los tres o cuatro meses del pastoreo, el coste del papel y el enmarcado me llevaron a que, por ahora, siga con las dos exposiciones itinerantes en locales, restaurantes, centros…
En mis instantáneas se recoge flora, fauna y, sobre todo, la relación y la conexión que existe entre la ganadería extensiva y el medio: se expone un entorno en el que todo se integra, donde hay un movimiento de energía brutal, tanto en el pastoreo como en las relaciones inmateriales de la naturaleza. Compongo fotografías con paisajes de fondo y las ovejas pastando en primer o segundo plano, en su pose natural…
Trabajo con dos tipos de marcos de madera: uno lacado en negro y uno en madera rústica marrón, en dos tamaños, 40 x 60 y 70 x 100, aunque ahora estoy trabajando en un nuevo formato de lienzo en tela, para que el resultado final de la obra sea más económico.
Decoro las exposiciones con boj, esquilas, hago educación ambiental, doy charlas sobre el pastoreo, la situación del sector, su importancia, y acompaño las imágenes con pareados sobre lo que pude sentir al realizar la fotografía o sobre lo que pienso.


¿Tienes otros proyectos en mente, en este sentido?
¡No me da la vida para más! Y no tendría sentido abandonar la esencia para reivindicarla. Gracias a medios de comunicación como vosotros puedo hacer educación ambiental y reivindicar sin moverme de casa, mientras procuro que Tras los ojos del pastor siga adelante para llegar más a institutos y colegios.
“En mis instantáneas se recoge flora, fauna y, sobre todo, la relación y la conexión que existe entre la ganadería extensiva y el medio: se expone un entorno en el que todo se integra, donde hay un movimiento de energía brutal, tanto en el pastoreo como en las relaciones inmateriales de la naturaleza.”
Existen asociaciones y proyectos formativos destinados a fomentar el pastoreo y, con ello, un nuevo modelo, a partir de la incorporación de nuevas generaciones. En este sentido, precisamente La Estiva, Escuela de Pastoreo de Aragón, ha nacido en San Juan de Plan para dar valor a la ganadería extensiva y de montaña a través de la formación, y también pretende dotar al territorio de una herramienta útil que favorezca el asentamiento de las personas en los núcleos rurales poco poblados. ¿Qué vínculo tienes con este proyecto?
Estoy colaborando de lleno con la Escuela como profesor, pues es el presente de la profesión. Somos un equipo de tres personas: el director y promotor del proyecto, Roberto Serrano, que es el alcalde de San Juan de Plan y quien contactó conmigo; Asun Ballarín, la veterinaria del valle de Chistau, y yo. En cuanto a la formación de 850 horas, se compone de 390 horas de teoría, 120 horas de prácticas en las explotaciones colaboradoras (hay un alumno por explotación) y el resto de horas se realizan en puerto. La de 2022, de marzo a septiembre, ha sido la primera edición, pues hicimos una de un mes de prueba en 2021, y se podría decir que aún estamos naciendo como Escuela de Pastores, pero creo que el proyecto puede ser muy potente, puede ser un modelo de cambio en el sector y en el medio rural.
Ya somos ocho las escuelas de pastores en toda España, hay dos o tres comunidades más que quieren hacerlas, y todas son pocas. Hay mucha gente interesada en el curso y, al igual que hay acceso a cualquier otra formación, poder tener acceso al campo, a la ganadería, al medio rural es una oportunidad formativa necesaria, con lo que creo que estamos bien enfocados.
En la Escuela se obtiene una titulación avalada por el Gobierno de Aragón, y la formación necesaria para poder abrir una explotación. El nuestro es un modelo que, además, funciona en el marco del desarrollo local, al implicar a las casas rurales del pueblo, al bar de la localidad, al fomentar las relaciones sociales… Este año hemos empezado con ocho alumnos, ¡y tener ocho personas nuevas en un pueblo influye mucho y hace mucho bien! Y contamos con ampliar esta cifra para las próximas ediciones.
¿Qué crees que es necesario, para dar un empuje a tu profesión, para que se perpetúe el oficio?
Se precisa una buena formación e información sobre lo que es el oficio, acercar esos conocimientos a todo el mundo y pasar el testigo. Es necesario, en primer lugar, transmitir desde las escuelas de pastores la pasión, que es esencial para que guste el oficio, pero también hay que mejorar las condiciones —también económicas y laborales— del sector y del pastor de montaña, aplicando modelos de cambio, creando sociedades, fomentando la comunidad, creando infraestructuras…
A nivel de ganadería, hay que fomentar la venta directa, sin intermediarios, lo que conlleva un cambio en el modelo alimentario y en los grupos de consumo. Pero este cambio de modelo es real y se está consiguiendo, aunque muy lentamente. Todavía falta concienciación.

“Para perpetuar el oficio se precisa buena formación e información, acercar esos conocimientos a todo el mundo y pasar el testigo. Es necesario transmitir desde las escuelas de pastores la pasión, pero también hay que mejorar las condiciones del sector y del pastor de montaña. Y a nivel de ganadería, hay que fomentar la venta directa, sin intermediarios, lo que conlleva un cambio en el modelo alimentario y en los grupos de consumo.”
En cuanto a tu futuro, ¿cómo lo imaginas?
Incierto. Todo va llegando y nada es lo que esperas, así que por mucho que me lo imagine, será lo que tenga que ser. Pero me veo aportando de forma temporal al proyecto de la Escuela de Pastores, educando y divulgando, llevándome a alumnos a las prácticas de pastoreo, teniendo mis animales, siendo ganadero con ovejas y algún caballo, haciendo mi producción de carne natural sin antibióticos ni piensos, solo con pasto natural y, como mucho, de cereales naturales… Viviendo el día a día tranquilamente y en contacto con la naturaleza.
Me imagino siendo pastor todos los veranos, haciendo exposiciones cuando me lo permita el tiempo y… ¡poco más, porque no me da el tiempo!
Y si algún día me canso de esto, ya se verá, pero por el momento estoy convencido de que este es mi camino.
Zacarías Fievet
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