Fotografía y pasión por la montaña
Sergio Padura es fotógrafo y un apasionado de la montaña. Vive en Hecho (Huesca), situado a unos 800 m de altitud, a las puertas del Parque Natural de los Valles Occidentales, porque dice necesitar la tranquilidad del entorno, estar cerca de la naturaleza. Su forma de ser se traduce en las imágenes que capta con su cámara, que transmiten profundidad y, a la vez, naturalidad.
Cuenta que se apasionó por la fotografía ya de niño: “Mis padres eran bastante aficionados a ella. Mi madre incluso montaba un cuarto oscuro para revelar en el cuarto de baño. Yo intentaba que las fotos salieran bien de alguna manera; me preocupaba por ello aunque no entendiera el cómo. Siempre he hecho fotos.”
Llegó la adolescencia, y recuerda que le animaron a profundizar en aquel mundo que ya sentía suyo, a estudiar, y así lo hizo.
“Pasó un tiempo desde que acabé los estudios en el Institut d’Estudis Fotogràfics de Catalunya, hasta que definitivamente decidí centrarme en buscar trabajo como fotógrafo. Hacía reportajes y fotos para mí mismo, estaba muy influido por las revistas de viajes y empecé por ahí.” Pero pronto descubrió que desenvolverse con éxito en ese mundo era más complicado de lo que creía y que ese campo estaba “saturado de fotógrafos”. “Las agencias de stock fotográfico –sigue– me dieron las primeras pautas de lo que debía ser la fotografía profesional y comercial, y poco a poco conseguí algunos trabajos.”
Sergio dice que entonces conoció distintas agencias de publicidad y empezó a ganar confianza en sí mismo, una confianza que ya no dejaría de crecer. Amplió su porfolio y, sin saber muy bien cómo, explica que se encontró haciendo fotos casi de todo: “Resultaba muy útil para mis clientes poder contar con un ‘fotógrafo para todo’ que pudiera solventarles la papeleta, lo que en baloncesto sería el jugador número 6. Pero tenía que adaptarme a muy diferentes clientes y eso me dejaba muy poco tiempo para el poder hacer un trabajo más personal.”
Con el tiempo, encontró lo que él denomina “su lugar de favor”: “el lugar en lo que mejor te sale, en lo que funcionas y estás más a gusto. Eso se acabó notando en las imágenes y mis clientes me valoraron por ello”.
Amante de su profesión, Sergio Padura se define como un coleccionista de momentos, en los que la luz siempre manda.
Un coleccionista de momentos, un mago de la luz
Amante de su profesión, Sergio Padura se define como un coleccionista de momentos. Dice que trabaja en campos muy diferentes que le obligan a ir cambiando de forma de enfocar los temas. “No me gusta complicarme mucho a la hora de las tomas y prefiero mantener la iluminación sencilla y natural. Soy muy adaptable a la luz disponible, y hago que todo gire en torno a ese principio. ¡Seguro que hay muchos clientes que se sorprenden cuando me ven llegar tan ligero de equipo! Intento ver la imagen final en función de la escena y la luz en la misma, y la técnica me sirve para adaptarme a diferentes condiciones.”
Con una gran versatilidad, su experiencia le permite, hoy, captar instantáneas con esencia sobre interiorismo, arquitectura, gastronomía, retratos, reportajes de personas trabajando, la naturaleza y el entorno, el paisaje urbano, actividades deportivas…, y lo mismo puede aplicarse a cualquier empresa (del sector turismo…). Con todo tipo de clientes, por ejemplo desde un hotel pequeño hasta una cadena hotelera, éstos valoran de Sergio que sea la solución que les permita resolver muchos temas a la vez.
“Me siento bien jugando en cualquier posición. En la fotografía profesional, cuando tengo un encargo, busco la imagen acorde a las necesidades finales de mi cliente. Generalmente intento describir y generar sensaciones que hagan atractivo aquello que el consumidor final quiere. Siempre pregunto ‘¿Qué quieres decir? ¿Qué quieres vender? ¿Quién es tu público?’ Y plasmo esas respuestas en mis fotografías.” Sergio dice que, a nivel profesional, aunque sea un tópico cierto en su caso, espera que su mejor trabajo sea el último realizado y que los futuros sean mejores que el de hoy.
Otra cosa son, para él, las fotografías más personales, los proyectos, el trabajo no profesional. “Cuando realizo fotografías más personales o cuando las hago para mí, tengo dos puntos de partida. A veces salgo a buscar algo concreto (proyectos), y luego están las imágenes de un momento: algo que veo, que me atrae. Entonces hago la toma para reflejar lo que siento, para transmitirlo en la imagen. En ocasiones, de esos momentos surgen fotos de temáticas similares y estilos visuales parecidos; a eso le llamo ‘colecciones’, proyectos que han surgido casi sin querer. Es en esas colecciones cuando reconozco ciertos gustos personales, ambientes, relaciones, luces… Colecciono momentos, en los que la luz siempre manda.”
“Es bonito ver mi progreso, cómo hago las cosas de forma diferente. Aprendo constantemente y puedo expresarme de forma más clara y sincera. El factor memoria, el recuerdo de lo vivido es, en mi caso, muy importante. Las fotos se convierten en recuerdos de momentos de vida, diarios, apuntes, postales del pasado… Si todas mis instantáneas se quemaran o desaparecieran sería muy triste, pero no me quedaría más remedio que empezar de nuevo, como una segunda vida pero siendo consciente de haber vivido otra previamente.”
El futuro
“El camino hacia la mejora es largo: hoy, en el mundo digital, quizás es más rápido en lo técnico, pero exige pensar, analizar y experimentar, y equivocarse. Ocasionalmente imparto cursos, talleres, workshop, y siento que algunas personas se frustran porque no reciben ‘la fórmula’, ‘las reglas’ que lleven su fotografía hasta los niveles a que aspiran. Eso no se consigue de un día para otro. Hay mucha fotografía repetitiva, especialmente en la asignatura de Paisaje, que se ha convertido en una imitación constante de estilos y caminos ya muy probados. Hay fotos ‘iguales’ y excepcionalmente ‘correctas’, pero carentes de honestidad y personalidad propia… Son las fotos que gustan a todo el mundo, pues se juega a lo seguro. Me resulta decepcionante cuando, en alguna ocasión, me encuentro a mí mismo en esa situación, a veces obligado profesionalmente o porque me he dejado llevar por lo fácil.” Ante estos momentos, de nuevo, Sergio no se conforma y apuesta por progresar y seguir aprendiendo, para ofrecer nuevas perspectivas mediante sus imágenes.
Pasión por la montaña
Compatibilizar el trabajo de fotógrafo con la vida en un pueblo de montaña no es sencillo. “A nivel profesional es probablemente una decisión poco sensata, ya que en las ciudades hay más trabajo y posibilidades, y a los clientes les gusta, mayoritariamente, tenerte cerca. Pero es que siempre me ha gustado mucho la montaña. Cuando he vivido en ciudades o en entornos más urbanos siempre he mirado hacia la montaña o al pueblo pequeño. Creo que necesito la tranquilidad del entorno, estar cerca de la naturaleza. Prefiero conducir una hora por una carretera tranquila para ir a un encargo que pasarme media dentro del tráfico urbano, con el consecuente estrés y prisas.”
“En un pueblo de montaña, se aprende a vivir discretamente y eso quita presión a los ingresos.”
“Vivir lejos de los grandes ‘centros’ económicos es un handicap si no estás dispuesto a hacer muchos kilómetros y a aceptar cualquier encargo. En mi caso, es lo que me gusta: ir arriba y abajo, hacer cosas diferentes y variadas. En un pueblo de montaña, además, los gastos son reducidos comparados con los de una ciudad. Aunque hay cosas que se pagan más caras, se aprende a vivir discretamente y eso quita presión a los ingresos. Un cliente me dijo que le parecía interesante eso de vivir tranquilo en un pueblo y acercarse a una gran ciudad un par o tres de días por un encargo para, con lo ganado, poder vivir dos semanas… Yo denomino a esto ‘la vida del oso’: tienes que abarcar mucho territorio y estar moviéndote constantemente en busca de cualquier alimento, sabiendo que, te encuentres lo que te encuentres, lo tendrás que aprovechar porque no sabes cuándo será lo siguiente. Tienes que saber administrar las energías… y disfrutar cuando encuentras un panal con miel. Es un estilo de vida incierto pero quizás más libre.”
La belleza de lo efímero
Sergio considera que la montaña nos pone, como hombres y mujeres, en nuestro lugar, en la verdadera escala respecto a la naturaleza y el mundo. “En una ciudad –señala– el ser humano solamente se ve a sí mismo. Es el centro de todo y todo lo demás son ‘los alrededores’. La naturaleza, para muchos, es algo exótico, raro, como un parque…, a veces creo que algo incomprensible.”
“En el medio natural te das cuenta de la propia fragilidad e insignificancia. En muchas de mis fotografías me gusta ver reflejada esa escala, personas minúsculas en un espacio tremendo.”
“En el medio natural estás obligado a entender y entenderte con la naturaleza, y no tardas mucho en darte cuenta de la propia fragilidad e insignificancia. En muchas de mis fotografías me gusta ver reflejada esa escala insignificante, personas minúsculas en un espacio tremendo.”
“Vivir en la montaña, como en cualquier espacio natural, me acerca a la concepción que tengo de la vida, como una oportunidad maravillosa de ser consciente de lo efímero y casi milagroso a escala universal del hecho de estar vivo. Para mí, la montaña, el contacto con la naturaleza, es una vía (seguro que cada uno tiene la suya) hacia esa comprensión de la relación del ser humano con el universo y el hecho extraordinario de la vida. La belleza debe de andar entre estas cosas efímeras, y la fotografía es una herramienta perfecta para intentar captar ese momento que surge y se desvanece en un instante.”
Sergio Padura
Fotografía y pasión por la montaña
Sergio Padura
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