Bolsas y complementos hechos a mano, en el Pirineo
Para llegar hasta Can Pomanell, a 1.200 metros de altitud, Sara Planella Jurado ha de realizar necesariamente un trayecto a pie de media hora desde Gombrèn (919 metros de altitud), donde deja el coche. El ascenso por la sierra de Montgrony, en el Ripollès, requiere una cierta planificación, puesto que ha de realizarlo sola o en compañía de su pareja, cargando en una mochila todo aquello que necesitarán en casa los días siguientes, desde la comida hasta los materiales y las telas que ella utilizará para hacer bolsas y complementos bajo el paraguas de Sarasak, que es como se llama su proyecto: “subimos por el antiguo camino que lleva al Santuario de Montgrony, un estrecho sendero precioso que, en los últimos años, está un poco masificado de gente. Lo subimos todo llevándolo a la espalda; todo el material de Sarasak sube así, y después baja siguiendo el mismo sistema para poderlo repartir”.
El esfuerzo que implica abastecerse queda compensado por el hecho de vivir en un marco incomparable. Y es allí, en el taller que habilitaron, donde Sara trabaja desde hace cinco años y donde ha arraigado su propuesta. Sarasak es, según su creadora, sinónimo de calidad, compromiso y creatividad: “Sarasak soy yo. Yo diseño, coso, hago el reparto, me encargo de las redes sociales, de la página web… Puntualmente —por suerte—, mi pareja me ayuda, una vez acabado su trabajo, con el reparto o con todo aquello que puede.”

Forjando sueños en Can Pomanell
Dice que como creadora es muy perfeccionista y, en ocasiones, demasiado exigente consigo misma y añade que, como persona, es responsable, crítica y exigente, tozuda, organizada y con unos valores éticos y sociales muy marcados, que tiene claro que no quiere cambiar. Su trayectoria vital, “muy buena y enriquecedora, un aprendizaje de vida del cual está muy orgullosa y feliz”, la ha llevado a forjar algunos de sus sueños en la masía de Can Pomanell. Una de estas aspiraciones era “encontrar el tiempo y las ganas para poner en marcha un proyecto propio, un proyecto laboral que no nos hiciera depender de nadie, que no implicara abandonar la tierra que amamos y que, al mismo tiempo, explotase la creatividad que hacía tiempo que quería salir a expresarse”.

Pero Sarasak llegó como resultado de una confluencia de situaciones. Sara no había trabajado en el sector textil con anterioridad, si bien lo había hecho en muchos otros ámbitos y mayoritariamente en el sector de la hostelería. “Estudié tres años en la Escuela de Artes y Oficios de Olot pero, por motivos personales, tuve que ponerme a trabajar de muy joven y no llegué a hacer una especialidad. Al cabo de unos cuantos años, estudié para cocinera, que es, por así decirlo, mi profesión y de lo que más he trabajado, que además me llena muchísimo y que considero que también es creatividad.” Hará unos cinco años, después de la crisis económica, se quedó en el paro. Este hecho fue lo que la empujó a desarrollar un plan de empresa para poner en marcha un obrador de mermeladas de verduras, pero no consiguió la financiación necesaria para poder sacar adelante el proyecto. “Entonces una amiga me pidió unas fundas de cojín y una bolsa. Se las hice y gustaron mucho, y me animé a diseñar nuevos modelos. Era un proyecto que podía hacer desde casa y que no requería de una gran inversión. Y aquí estoy.”

“Resulta duro a veces subir las telas y el resto de material que necesitamos para hacer nuestras bolsas. Sin embargo, una vez llegamos a nuestra casa-taller, nos compensa, sin duda alguna, la tranquilidad, el sonido de la naturaleza y unas maravillosas vistas del valle que nos ayudan a aclarar la mente en este mágico momento de creación de nuevos diseños. ¡Nos motiva muchísimo!”
El resultado de este intenso proceso creativo son bolsas y complementos artesanales hechos a mano con diseños propios, prácticos y exclusivos: diversos modelos de bandoleras, riñoneras, mochilas, tote bag, neceseres, monederos y magnesieras, con diseños y estampados únicos, fruto de la inspiración que surge, también, de la observación de los colores cambiantes de la naturaleza en cada una de las estaciones del año.
“Resulta duro a veces subir a la espalda y hasta Can Pomanell las telas y el resto de material que necesitamos para hacer nuestras bolsas. Sin embargo, una vez llegamos a nuestra casa-taller, ¡todo lo que allí encontramos, nos compensa!”

La naturaleza, fuente de inspiración
Las creaciones de Sara están repletas de dibujos, matices y colores asociados a elementos naturales. Compra y escoge las telas en función del estampado que le gusta: “cuando las veo, ya tengo la imagen de la bolsa acabada y de cómo quedará…”. En lo que se refiere a las tonalidades, se deja guiar mucho por las estaciones del año: “supongo que, inconscientemente, los colores que veo por la ventana, ¡me inspiran!”

Trabaja siempre con tela 100 x 100 algodón. “Me gusta su tacto y me hace sentir a gusto. Son siempre telas de producción nacional, un hecho que me conforta, ya que somos un país de cultura textil y decidí no comprar tejidos importados de otros países.” Transmitir valores a través de sus bolsas ha sido siempre una de sus prioridades.
Otra de las particularidades de Sarasak es que cada bolsa lleva el nombre de una persona. “Cuando empecé —cuenta Sara—, amigos y conocidos me encargaban bolsas, yo hacía el patrón y las confeccionaba. Una vez hecho el producto, si tenía buena respuesta, era práctico y gustaba, lo incorporaba a mi catálogo. Para agradecer la confianza de esas personas hacia mí, los modelos llevan su nombre, un hecho que, para mí, es muy importante. Sarasak, sin ellas, no habría sido posible.”

Cada pieza que crea a mano, artesanalmente, refleja una parte de ella: “hago cada bolsa y complemento con mucho entusiasmo y dedicación, pensando siempre en que quien la compre la disfrute tanto como yo he disfrutado haciéndola. Me gustaría entender, y creo que lo estoy consiguiendo, que quien compra una de mis bolsas, también compra un proyecto de vida y unos valores. Son bolsas de las que no hay cuatro iguales, con el mismo modelo y estampado. ¡Están hechas con materiales de primera calidad e indestructibles! La gente repite a la hora de comprarlas para cambiar de estampado, no porque se haya roto la cremallera o alguna costura, y creo que esto, la calidad de los acabados y los materiales, me distingue”.
Los comentarios que le llegan son muy positivos, y de sus productos, lo que más valoran es que son prácticos y de fácil mantenimiento. “Nos valoran muy bien los acabados de las piezas y su exclusividad. Supongo que por eso tenemos clientes desde el primer día, clientes que repiten año tras año.”
Las bolsas y complementos de Sarasak se confeccionan artesanalmente, cada diseño tiene su propia personalidad y las telas, de algodón 100 x 100, son de producción nacional: “quien compra una mis bolsas, también compra un proyecto de vida y unos valores”.
La sierra de Montgrony, la felicidad y el sacrificio
Aunque se levanta a las 7 de la mañana, la jornada en el taller empieza una vez ha hecho ejercicio en el exterior y ha desayunado. “Me marqué un horario desde el primer día, compatible con el de mi pareja, para poder dedicar las tardes a las tareas comunes que requiere la masía (la leña, el huerto, los animales, la limpieza…). En el taller, el trabajo varía según el día: corto, coso y produzco, o hago fotos para actualizar la tienda en línea, preparo pedidos o, simplemente, paso la facturación. Como lo hago todo yo misma, tengo un planning de trabajo muy variado, que también se puede modificar según la densidad del trabajo, la climatología o asuntos personales. Esta es una de las ventajas de trabajar desde casa y para mí misma, ya que puedo organizarme como mejor me convenga.”
Hace 24 años que viven en Can Pomanell, y dice que residir allí significa felicidad y sacrificio. “Nos costó mucho que nos alquilaran la casa. Un día, volviendo de Montgrony la vimos y nos dijimos que aquel era el sitio en el que queríamos vivir.” Y es que estar en medio de la sierra de Montgrony les permite, también, hacer lo que más les gusta en la vida: escalar. “Delante de casa, a cinco minutos, tenemos una pared. ¡Y eso no tiene precio!”
Después de muchos años trabajando en la hostelería y de no poder disfrutar del espacio vital, ahora Sara respira naturaleza y sigue potenciando una relación con la casa, el trabajo y el entorno que es más que beneficiosa. “Después de tantos años, para mí esto es el paraíso. Creo que no podría levantarme sin este silencio y sin estas vistas. Cada día es una fotografía diferente, y ver cómo con el transcurso de los años la naturaleza ha cambiado en lo que se refiere a la fauna, la flora, las temperaturas… es una maravilla.”
La naturaleza está presente en muchos sentidos, desde el hecho de gestionar la masa forestal para obtener leña para calentarse durante el año, hasta la recolección de setas y frutos para tener reservas para todo el año, salir a caminar o a correr por las mañanas antes de empezar a trabajar, o bien observar los ciervos o los zorros que se pasean por delante de la casa.
“Para mí esto es el paraíso. Creo que no podría levantarme sin este silencio ni estas vistas. Cada día es una fotografía diferente, y ver cómo la naturaleza transforma el paisaje con el transcurso de los años, es una maravilla.”

Un firme compromiso con el entorno
Uno de los compromisos más fuertes de Sarasak como proyecto y de Sara y su compañero como personas, es hacia el medioambiente, partiendo de valores como el respeto y su firme defensa. Por este motivo, producen toda la energía eléctrica que necesitan para la vivienda y el taller con placas solares, una energía limpia y renovable. “Somos energéticamente autosuficientes, también en lo que a la alimentación se refiere. No compramos hortalizas en todo el año porque tenemos un huerto que produce lo necesario para nosotros dos. Es un trabajo extra concentrado en cuatro meses, pero que nos hace autosuficientes. La carne, por ejemplo, la compramos mayoritariamente al ganadero directamente; por suerte, tenemos conocidos y amigos productores que hacen venta directa, sin intermediarios. Y es que vivimos en una zona que nos permite comprarlo casi todo de proximidad y de calidad. En Gombrèn mismo podemos comprar desde las infusiones ecológicas de los vecinos de Aromik hasta la ternera ecológica del Mas Les Coromines o la cosmética natural de Om Cosmética…”

Tienen pues, en general, una buena relación con otros productores del entorno. “Cuando vinimos a vivir aquí, Gombrèn no contaba con tantos emprendedores. La población estaba envejecida y, como mucho, había ganadería y hostelería. Sin embargo, en los últimos años, se han creado nuevos proyectos muy interesantes, como por ejemplo Aromik, y la población se ha rejuvenecido, con personas entusiastas que han venido a vivir a este territorio y a crear sus familias y proyectos laborales en el pueblo. La verdad es que estoy muy orgullosa de ello —comenta Sara— y de ellos aprendo cosas cada día.”
Nos habla de cómo valora, ahora, el paso que ella dio hace cinco años, como emprendedora: “Emprender un proyecto es una decisión muy personal. A mí me ha aportado más cosas positivas que negativas, me ha hecho valorar cosas simples pero muy importantes en la vida. He crecido como persona, en los ámbitos mental, profesional y personal. Me he dado cuenta de que puedo hacer cosas que ni me imaginaba que podía hacer. ¡Y estoy orgullosa de ello!”
“Somos energéticamente autosuficientes y tenemos un huerto que produce lo necesario para nosotros dos. Compramos a conocidos y amigos productores que hacen venta directa, sin intermediarios. Y es que vivimos en una zona que nos permite comprarlo casi todo de proximidad y de calidad.”
Tiempo libre para disfrutar
El trabajo de Sara como artesana en Can Pomanell le permite disponer de tiempo libre para disfrutar de la naturaleza. “Intento que sea así. En ocasiones, trabajar para uno mismo te acaba absorbiendo más tiempo del que querrías, pero todo pasa por saber organizarse… De hecho, si no pudiera disfrutar del entorno en el que vivo y trabajo, Sarasak no tendría ningún sentido, y mi vida aquí tampoco.”
Sabe que no todo el mundo entiende o está preparado para entender el estilo de vida que han escogido y todo lo que les aporta el hecho de vivir donde viven y como viven. “En el respeto hacia todas las opciones está la clave.” En lo que se refiere a la relación con la familia y los amigos, es un tema delicado, puesto que quien quiera visitarles ha de hacer necesariamente el camino de subida a pie. “El hecho de tener que llegar a pie es un filtro interesante, a veces. Los amigos de verdad, los compañeros de escalada, y los familiares suben sin ningún tipo de problema (¡si es que pueden hacerlo, claro!).”
“Si no pudiera disfrutar del entorno en el que vivo y trabajo, Sarasak no tendría ningún sentido, y mi vida aquí tampoco.”
En cuanto a Sarasak, el taller de Can Pomanell se puede visitar: “¡Por supuesto! La puerta del taller siempre está abierta. Quien quiera venir solamente ha de ponerse en contacto conmigo para asegurarse de que ese día yo esté aquí y no esté haciendo gestiones de reparto o cualquier otra tarea fuera de casa. De hecho, hay vecinos de las poblaciones de los alrededores que nos visitan para hacer sus compras.”
Sara está presente en Instagram y en Facebook, y sus bolsas y complementos se pueden adquirir a través de su página web, a través de la tienda online, así como en tiendas físicas que trabajan con Sarasak (el listado con los puntos de venta físicos puede encontrarse en la citada web). “Participamos en pocas ferias durante el año, quizás al venir del mundo de la hostelería decidí no trabajar demasiados fines de semana. Normalmente, estamos en mayo, en la Feria Textil de Salt, y en agosto, en Gombrèn y en Queralbs. En cualquier caso, anunciamos siempre donde estaremos por las redes sociales y con días de antelación.”
Sus bolsas y complementos se pueden adquirir a través de su página web, a través de la tienda online, así como en tiendas físicas que trabajan con Sarasak.

Dice ser feliz en el corazón de la sierra de Montgrony. Por eso tiene muy claro cómo se ve a sí misma, en un futuro: “Me imagino dentro de unos cuantos años aquí, en Pomanell, haciendo lo que nos hace felices. A medida que vayamos cumpliendo años no sabemos si esto tendrá fecha de caducidad, pero mientras las piernas aguanten y nos compense, aquí estaremos. Y si un día nos tenemos que marchar de Pomanell, tenemos claro que seguiremos viviendo en Gombrèn. Ya es nuestro pueblo, y la sierra de Montgrony, ¡nuestro paraíso en la vida!”
Sarasak
Bolsas y complementos hechos a mano, en el Pirineo
Mas Can Pomanell
17531 Gombrèn
Tel.: +34 617 88 30 84, de lunes a viernes de 10.00 a 14.00 h
WhatsApp: +34 679 06 04 54
Persona de contacto: Sara Planella Jurado