Un centro de referencia en fruticultura en el Alt Pirineu
En RibagorSanes producen variedades de pera y manzana selectas, pero sobre todo se caracterizan por contar con más de cien variedades autóctonas y tradicionales de estas dos frutas, con características y notas de sabor para todos los gustos. Como ellos dicen, tienen “lo mejor de cada pueblo”.
En cuanto al Observatorio de variedades autóctonas y comerciales de las citadas frutas de montaña, se trata de un centro de investigación privado donde se estudian algunas de las mejores variedades comerciales extranjeras, especialmente aquellas resistentes al hongo del moteado, y las mejores variedades tradicionales del territorio que fue bautizado como “la Ribagorça Románica”.
El Observatorio se financia, por un lado, con la ayuda del equipo de Biodiversidad Cultivada de la Generalitat de Catalunya (y las ayudas de Conservación de Recursos Genéticos) y, por otro, con la propia producción, en forma de fruta de mesa, fruta para cocinar y zumos naturales envasados. Así, realizan venta directa de los productos de la explotación, en ferias y mercados de la Ribagorça y en agroestablecimientos de la comarca, y a la vez el centro se puede descubrir con las visitas guiadas que organizan (con cita previa, de abril a noviembre), para profesionales, aficionados o familias.
Explican que, de este modo, quien consume sus productos, además de disfrutar de la excelencia de la pera y la manzana de montaña, contribuye al mantenimiento y al conocimiento de la colección de variedades tradicionales, reserva de biodiversidad y conservatorio de patrimonio cultural.
En RibagorSanes producen más de cien variedades autóctonas y tradicionales de manzana y pera. Tienen “lo mejor de cada pueblo”.
De los inicios a la situación actual
Xavi Farré i Sahún nos explica cómo fueron los inicios de RibagorSanes: “la plantación en la que empecé en 2009 (ahora ya tengo dos más en marcha) fue, durante unos años, una experiencia de referencia. Fue planteada con este objetivo, ser una plantación demostrativa que pudiera confirmar que, agronómicamente, se podían conseguir manzanas de alta montaña como las que se obtienen en otros territorios de Europa (el macizo central francés, los Alpes, el Tirol…)”.
“Por aquí pasaron todos los que, después, a partir de 2012 y hasta 2017 o 2018, estuvieron plantando manzanos en intensivo en el Pirineo, porque esta era una ‘primera’ plantación del sistema en el cual se excluyen a los animales del prado en el que plantas, poniendo árboles con alta densidad, algo que se considera imprescindible en la fruticultura moderna para conseguir los resultados económicos que se desean. Con los años se ha visto que todo el mundo ha acabado plantando siguiendo esquemas de amplitud de calle de entre 3,5 y 4 metros con los árboles situados entre 80 y 120 centímetros, con tutores para sujetar los árboles, con cable, con malla antigranizo y, si es posible, con malla anticarpocapsa para así evitar muchos tratamientos con insecticidas. Un esquema con una menor densidad de árboles sería deseable por sanidad vegetal, pero hace mucho más larga la amortización de las redes.”
“Mucha gente se decantó por las plantaciones en ecológico porque, de entrada, los precios eran mejores —Xavi comenta que, quince años después, han cambiado mucho las cosas y el precio es otro. Para plantar y defender estas pequeñas plantaciones de manzanos de quizás dos hectáreas, por ejemplo, hace falta una buena inversión y, por ello, con las 10-15 iniciativas de personas valientes que quisieron sacarlas adelante se montó una pequeña cooperativa de cual yo formo parte como socio simpatizante (Biolord) y que ha llegado a agrupar unas 15-20 hectáreas para hacerse un hueco en el mercado, distribuyendo, buscando clientes… Pero cuesta luchar ante los siete u ocho fruticultores privados del Pla de Lleida que tienen entre 500 y 1.500 hectáreas de toda clase de fruta y que han incorporado 15 hectáreas de manzana en ecológico en montaña tan solo por probarlo. Han hecho caer los precios.”
Quien consume sus productos contribuye al mantenimiento y al conocimiento de la colección de variedades tradicionales, reserva de biodiversidad y conservatorio de patrimonio cultural.
Xavi se muestra muy crítico. “Es decepcionante que personas que siguen trabajando de manera convencional y con productos demostradamente tóxicos puedan cultivar una parte en ecológico ‘por probar’, mientras que los que lo hacemos todo en ecológico porque creemos que esta es la única manera limpia de hacer las cosas, nos hayamos encontrado con que nos han reventado los precios con los que pensábamos recuperar la inversión que hemos hecho. Es triste. Pero es que simplemente estas son las normas del capitalismo, ante las cuales hay que seguir luchando, intentando avanzar un paso más con la imaginación, y no estudiando los márgenes de beneficio. Por todo ello, cada vez más prefiero decir que yo no ‘produzco’ manzanas, sino que cultivo alimentos y transformo unas frutas en otros alimentos (compotas, zumos, manzana deshidratada…), que puedo intercambiar por euros o por otros bienes y servicios.”
Seguimos conversando con Xavi para que nos introduzca más a fondo en el proyecto.
¿Puedes explicarnos brevemente por qué empezaste a desarrollar RibagorSanes y cuál es su esencia, como centro de referencia en fruticultura en el Alt Pirineu?
Yo trabajaba en la casa familiar y estaba acabando la tesis doctoral cuando, desde la Asociación para el Desarrollo de la Ribagorça Románica, se propuso plantar un campo en un intento de impulsar el desarrollo armónico y sostenible de la Ribagorça catalana y aragonesa conjuntamente. ¡Esto me hacía mucha ilusión, como geógrafo que soy! Una parte de nuestra casa fue seleccionada por una serie de condicionantes (ubicación, visibilidad, agua con presión…), me propusieron participar y formarme y vi en ello una oportunidad. Una vez finalizado el proyecto, cuatro años, se puede decir que yo ya era “adicto” a cultivar alimentos de primera calidad y tan buenos, de modo que ya no me planteé dejarlo.
“Cultivo alimentos y transformo unas frutas en otros alimentos (compotas, zumos, manzana deshidratada…), que puedo intercambiar por euros o por otros bienes y servicios.”
¿De dónde proviene tu vínculo con la fruticultura? ¿Hay alguna tradición familiar previa?
En el Pirineo no se hacía demasiado caso de la tradición familiar: la gente tenía árboles frutales aquí y allá (nogales, membrillos, manzanos, perales, ciruelos, parras…) y algunos pueblos se especializaban en llevar manzanas y otras frutas a otros pueblos que no tenían tantas. En nuestra casa, se daba también esa realidad, aunque mi padre te diría que él ha sido ganadero, y su padre igual, pero es cierto que el abuelo había plantado bastantes árboles y nosotros, de niños, recogíamos fruta. También hubo comerciantes que venían en busca de buena fruta del país antes de la intensificación en la zona de Lérida, pero a pesar de ello nadie se consideraba fruticultor aquí arriba.
¿Y tú cómo te defines como persona?
Tengo una enorme curiosidad y mucha inquietud por descubrir cosas. El que el universo de la manzanas y las peras sea tan variado hace que no me canse y me ofrece campos para experimentar. Si no tengo proyectos no siento que esté aprovechando el tiempo. El microcampesinado es muy variado por definición.
¿Cuántas personas forman el equipo que gestiona y trabaja en RibagorSanes?
Trabajo esencialmente con Núria, mi compañera, que lleva sobre todo la parte más técnica de la caracterización morfológica de la fruta, que nos permite definir las variedades tradicionales y singulares de la comarca, ver las similitudes o diferencias con las de otros territorios… y nos ayuda una pequeña red de voluntariado local.
“El mundo rural hoy en día está muy desvinculado de las posibilidades de la tierra.”
¿Qué te une a Llesp, a su entorno, y cómo disfrutas de él?
Fue donde nací y, a pesar de haberme ido a estudiar a Lérida y Barcelona y haber estado en varios continentes durante unos años a raíz de la tesis sobre el Pirineo comparado con otras montañas, desde que volví no me imagino viviendo en ninguna otra comarca. Sin embargo, ¡no se sabe nunca lo que pueda pasar! Nuestra familia ha estado asentada en Llesp desde hace 500 años y yo soy feliz habiendo podido fundar una casa y habiendo encontrado una manera de vivir en el propio municipio.
¿Cuáles han sido los principales obstáculos que habéis tenido que superar para sacar adelante RibagorSanes?
Las heladas de primavera son muy duras por la ubicación de la plantación, en el fondo de un valle con inversiones térmicas. En abril y mayo, durante la floración, las noches son muy duras. Me he de levantar muchas veces para controlarlo todo, poner en marcha el riego, y pasamos miedo porque nos jugamos la cosecha entera. Por otro lado, ¡me gusta que el principal obstáculo sea metereológico y no tanto el mercado!
Vuestra producción se centra en las manzanas y las peras de montaña que cultiváis a casi 1.000 metros de altitud. ¿Cuáles son los rasgos característicos que las hacen tan especiales?
Las manzanas, en alta montaña, a partir de 700-800 metros, pueden expresar todo su potencial. No tienen tanto estrés térmico y eso potencia el aroma y el color. En cuanto a las manzanas ribagorzanas, lo que las hace tan especiales es también la oferta de variedades. Ahora mismo, por ejemplo, cuento con unas 35 variedades comerciales y 45 variedades de manzana y 45 más de pera, autóctonas o antiguas. Esto quiere decir que todo el mundo encuentra una manzana que le guste.
“Cuento con unas 35 variedades comerciales y 45 variedades de manzana y 45 más de pera, autóctonas o antiguas. Esto quiere decir que todo el mundo encuentra una manzana que le guste.”
¿Cómo es tu día a día, en RibagorSanes?
A mí me gusta vivir tranquilo, vivir despacio; disfrutar del entorno en el que estoy, de los momentos del día, de la familia, del bosque, de estar un rato con los burros, de cavar las patatas… Un día cualquiera varía según la época del año. A finales de otoño, por ejemplo, esperas que el sol haga desaparecer la escarcha, recoges las manzanas que servirán para hacer sidra, las que no se comercializan… preparas los pedidos, etiquetas zumos, ordenas, gestionas manualmente mil cosas, y haces las tareas propias de una casa de labor y de la vida en el campo, que es lo que me interesa.
¿Tienen vuestras manzanas algún tipo de sello o certificación?
Desde 2014 las manzanas disponen del certificado del Consejo Catalán de la Producción Agraria Ecológica (CCPAE), ya que en Catalunya no existe un sello específico para la manzana de montaña, o del Pirineo…
En cuanto al Observatorio de variedades autóctonas y comerciales de manzanas y peras de montaña, ¿qué tareas se llevan a cabo y cuáles son sus objetivos?
El objetivo es conocer en profundidad y comparativamente las manzanas y peras que tenemos y ver cómo las distintas variedades se adaptan a las condiciones de la alta montaña. En cuanto a las variedades tradicionales, cada variedad que recogimos (en muchos casos, muy pocos ejemplares, incluso árboles únicos) estaba en un pueblo diferente, con situaciones, exposiciones y alturas diferentes, diferente disponibilidad de agua… Aquí las pusimos todas —más o menos— en el mismo suelo, el mismo portainjerto, la misma conducción, cuidados…, para descubrir qué pasa. Las labores que se realizan son las de caracterizar estas manzanas tradicionales, analizarlas, utilizarlas según los usos que sugiere la etnobotánica (compota, sidra, peras para confitar….). Intentamos mantener, cuidar y recuperar para los pueblos esta diversidad ya que muchas de estas variedades antiguas tienen un riesgo muy alto de extinción. Variedades que no requieren tratamientos, ni podas, y que daban muchos kilos de manzanas, por ejemplo. Queremos dar a conocer el valor de estas variedades antiguas, explicar para qué pueden servir, hasta el punto que, tratadas adecuadamente, pueden llegar a ser comercializadas. Y, por supuesto, además están las tareas propias de cualquier plantación: podar, segar, mantener las instalaciones, regar, esclarecer la fruta…
“Las manzanas, en alta montaña, a partir de 700-800 metros, pueden expresar todo su potencial. No tienen tanto estrés térmico y eso potencia el aroma y el color.”
Afirmas que quien consume vuestros productos contribuye al mantenimiento y al conocimiento de la colección de variedades tradicionales. ¿Cuál es la respuesta de vuestra clientela habitual?
Hay quien sabe apreciar y valorar todo el trabajo que esto conlleva y otras personas no. Existe un sector de la población que piensa que todo esto de comer ecológico y local es una burrada, o un abuso, algo para ricos y que las clases trabajadoras no se lo pueden permitir y que, por lo tanto, no nos queda otro remedio que comer manzanas y peras idénticas, cargadas de química y faltas de sabor.
Aquí cada manzana es distinta, incluso las de un mismo manzano. Intentamos aproximar a la gente a esta realidad y hacer proselitismo de las variedades antiguas, de los valores (en función de su distinto uso, personas…) y sabores, historia… aunque no siempre lo conseguimos. Tenemos muchas variedades y lo explicamos todo de cada una.
La respuesta de la clientela habitual es muy buena. No me preocupo demasiado de luchar ni convencer; pongo el precio que considero justo y mucha gente repite y está muy contenta con lo que hacemos. Es para ellos para quien trabajo, no para los otros. Hay quien se preocupa por que la producción sea ecológica y otros buscan sabor, otros saben que todo es de aquí y que se puede confiar, que todo es cercano y sencillo… Intentamos recordar qué es lo que más gusta a cada persona, familia… Ahora bien, si la pregunta se refiere exclusivamente a las variedades antiguas, entonces, a excepción de algunas variedades concretas y de clientes especiales, cuesta mucho venderlas para comer. En cambio para el coupage del zumo de manzana, son perfectas.
Organizáis visitas guiadas al Observatorio para profesionales, aficionados o familias… ¿Qué queréis dar a conocer y divulgar con esta actividad?
Hacemos muchas visitas bajo demanda, con cita previa, y es aquí donde intentamos hacer un poco de “transformación del mundo en el que vivimos”. Participamos en Benvinguts a Pagès, una ventana que permite que la gente nos localice ya que no tenemos “redes sociales” cibernéticas. Nos recomiendan las oficinas de turismo de la comarca, la gente encuentra el teléfono en las botellas de zumo…
También organizamos visitas para personas que quieren iniciar plantaciones, para fruticultores de otras zonas que han oído hablar de nuestra experiencia, para escolares, para el ciclo de forestales y ambientales del Ins. de Pont de Suert, para familias con visitas que incluyen recolección. Hacemos para profesionales de proyectos de desarrollo local, y de resiliencia y transición energética en agricultura… ya que estamos muy implicados en la búsqueda de una agricultura con bajo consumo de combustibles fósiles y el decrecimiento.
“No me preocupo demasiado de luchar ni convencer; pongo el precio que considero justo y mucha gente repite y está muy contenta con lo que hacemos.”
Vuestra producción de fruta de mesa, fruta para cocinar y zumos naturales la vendéis directamente en la explotación, en ferias y mercados de la Ribagorça y en agrotiendas de la comarca. ¿Quien quiera conseguir vuestros productos puede también hacerlo por algún otro medio?
Por Internet solo vendemos a través del correo electrónico, y por teléfono, con Whatsapp y Telegram. Pero para recibir el pedido hemos de quedar, o en ocasiones alguien viene a recoger las manzanas… Hacemos envíos para grupos de consumo (grupos de familias), tenderos independientes… Pero mi distribución es esencialmente local y por venta directa. ¡Son las ventajas de ser pequeño!
¿Trabajáis de alguna manera con otros productores de la zona? ¿Formáis parte de algún tipo de cooperativa o asociación, o tenéis vínculos con entidades pertenecientes a la economía social y cooperativa?
Junto a otros agricultores y ganaderos, hemos estado en una asociación comarcal de artesanos de la alimentación, Artesans del Gust, para promocionarnos, y tenemos grupos y colaboraciones informales.
Formamos parte de Biolord como simpatizantes y somos socios de la Asociación de Defensa Vegetal del Pirineo, mediante la cual compartimos un asesoramiento técnico de los productos fitosanitarios que podemos utilizar en caso de que alguna plaga se escape del control biológico habitual, para hacer prevención ante los hongos en primavera… y contamos con colaboraciones diversas: visitas en prácticas, trabajamos con voluntariado, con entidades locales, tenemos residencias de voluntariado (normalmente extranjero) para la plataforma de trabajadores voluntarios en granjas orgánicas (Wwoof.org), con quienes hacemos intercambio.
Podemos decir que RibagorSanes tiene dos caras. Una soy yo, Xavi Farré, payés, que vendo manzanas y zumos, doy charlas de etnografía, geografía, desarrollo de la montaña o variedades antiguas… La otra vertiente, con Núria y en forma de asociación, es con lo que vehiculamos el estudio de las variedades locales, la prospección de nuevas variedades, las entrevistas, la caracterización, los estudios de conservación etnobotánica, de usos culinarios… Todo esto lo hacemos a través de la Asociación, colaborando con el Departamento de Acción Climática, Alimentación y Agenda Rural de la Generalitat para dar a conocer las variedades locales catalanas, y que ha organizado otros proyectos como el Trans_Pyr_Pom, financiado por la Comunitat de Treball dels Pirineus, en cuyo marco organizamos encuentros para comprobar en directo y genéticamente las variedades del Ariège, del Pallars Sobirà y de la Alta Ribagorça, para ver el patrimonio común y singular.
“El objetivo del Observatorio es conocer en profundidad y comparativamente las manzanas y las peras que tenemos y ver cómo las diferentes variedades se adaptan a las condiciones de la alta montaña. Demuestra día a día que otra agricultura en la alta montaña es posible.”
¿Cómo crees que contribuye vuestro proyecto a la promoción de las variedades locales y por lo tanto, a la dinamización del territorio con un tipo de iniciativa que cuida de la tierra?
Contribuye con el conocimiento de estas variedades, su difusión y promoción. Permite que sigan existiendo. Gracias a la labor que hemos hecho desde que empezamos la gente ha oído hablar de ello, saben dónde encontrar estos árboles, injertos (puesto que tenemos vivero de las variedades locales). Además hemos dado a conocer el Observatorio, como centro que viene a demostrar día tras día que otra agricultura en la alta montaña es posible. La Ribagorza es un territorio que, en lo referente al sector primario, se ha especializado en la ganadería de vacas para carne, y nosotros somos un referente de que sería posible hacer muchas otras cosas.
En cuanto a la dinamización del territorio, estamos llevando las variedades locales de nuevo a los huertos y a los jardines, poniendo buenas manzanas en un territorio en el que eran típicas y estaban en retroceso. Además estamos siempre disponibles para charlar acerca de métodos agroecológicos de cultivo y nos llegan numerosas consultas.
¿Cómo te imaginas el futuro del sector primario en nuestro país, a partir de vuestra experiencia y cuál crees que ha de ser la apuesta para hacerlo viable y próspero?
Creo que, en el Pirineo, por una parte, han ido floreciendo iniciativas que han tenido un efecto promocional (como el Observatorio) y como alternativa económica. En el caso de la manzana de montaña y las variedades locales, poco a poco recuperamos la diversidad de cultivos y el hecho de que hayan personas que se dediquen a ello, más allá de la especialización que había en torno a la ganadería de carne, es muy positivo. Van también floreciendo queserías que transforman la leche local, cultivos de fresa de montaña, espliego de montaña combinado con actividades agroforestales, trufa, frambuesas, judías…, un poco de luz con gentes que disponen de pocas hectáreas y que intentan hacer cosas diferentes. Pero no les está resultando fácil. A escala panregional, quien tiene la sartén por el mango es la agroindustria, que acapara la tierra, las subvenciones más indirectas, dirige las políticas, apoya la hiperdigitalización del campo…
La apuesta para hacer viable y próspero el sector, pasa por confiar en que la gente del Pirineo necesitará comer y confiará en unos alimentos de proximidad, para mantener vivo el país (algo que inquieta sinceramente a muchas personas). A largo plazo, no hay manera segura de alimentarse que no sea de proximidad.
Por otra parte, si el sector primario es diverso y está atento a estas necesidades, además de las de los turistas, muchos proyectos pueden ser sostenibles en zonas de escasa población como es la Alta Ribagorça. Pero para que esto funcione, es necesario una enorme complicidad entre los distintos sectores (restauración, hostelería…) y adoptar responsabilidades para apostar por productos verdaderamente locales, y mantener las apuestas y no engañar nunca ni a los turistas ni a los locales.
Hemos de ser honestos hasta morir, sino el futuro será muy negro.
“Hacemos muchas visitas a demanda, con cita previa, y es aquí donde intentamos hacer un poco de “transformación del mundo en el que vivimos””.
Finalmente, ¿cómo proyectáis vuestro futuro?
En estos momentos estamos ensayando el cultivo del avellano, queremos desarrollar el vivero de variedades tradicionales de manzanas y peras, recuperar antiguas terrazas de cultivo abandonadas, conquistadas por el bosque, para cultivos arbóreos… A corto plazo, queremos introducir en el mercado sidra hecha con variedades locales, compotas 100% manzana o pera y un 0% de azúcar; y mil cosas que se nos puedan ocurrir y que nos enamorará hacer de aquí a unos años. De hecho, en mi caso, proyecto el futuro con constantes iniciativas, cambios y novedades. A unos años vista, quiero pensar que encontraré la manera de delegar el cultivo durante un tiempo para poder volver a hacer un gran viaje a pie por el Pirineo, para reconocerlo de nuevo y quizas reeditar la tesis doctoral. ¿Quién sabe?
RibagorSanes
Carretera de la Vall de Boí entre Castilló de Tor y Llesp, L-500, km 3,800
25526 Llesp
Alta Ribagorça (Lérida)
Teléfono de contacto: 686 247 218
Correo electrónico de contacto: ribagorsanes@gmail.com
Persona de contacto: Xavi Farré i Sahún