Tu hogar en el Pirineo
A 12 km de Sort y a 34 km de la Seu d’Urgell, en la parte más oriental del Pallars Sobirà, se encuentra Llagunes, y en su corazón, el Refugio Vall de Siarb, una casa de pueblo adaptada como tal con capacidad para 23 personas, entre habitaciones dobles y compartidas. Marc Cortina es su responsable desde el año 2013, junto a Gemma Cots.
Este lugar singular, inédito y acogedor está abierto todo el año y dispone, en el desván, de tres habitaciones dobles muy tranquilas con ventana en el techo y vistas nocturnas a las estrellas; bajo tejado, cuenta con una gran habitación con cinco camas y ventanas en el techo, y en la planta principal, hay una habitación amplia con seis literas y una salida a dos balcones. El baño es compartido y hay un salón comedor con chimenea —espacio común para comidas y sobremesa— y una amplia sala polivalente donde pueden realizarse multitud de actividades (charlas, ver películas, hacer cursos de formación o jornadas de divulgación, relajarse, jugar, trabajar o leer un rato…).
La cocina, totalmente equipada, es de uso compartido y está disponible para los visitantes que deseen utilizarla. Se ofrece asimismo servicio de bar, picnics para llevar, desayunos completos y menús variados de mediodía y de noche.
En el refugio, donde en invierno la mayor parte de la calefacción proviene de la leña y de pellets con un insert y una estufa, ambos de energía renovable, hay wifi gratuito y juegos para niños y adultos, y se ofrecen gran variedad de actividades de montaña y para descubrir la naturaleza y el entorno.
Rodeado de historia, cultura y naturaleza
Pero el Refugio Vall de Siarb es mucho más que un alojamiento único en un pueblo idílico del Valle de Siarb. Sus alrededores invitan a disfrutar, mediante, por ejemplo, el senderismo por todo tipo de caminos y pistas o con múltiples y variadas excursiones, rutas e itinerarios. La naturaleza permite disfrutar de encinares, robledos, bosques de pino rojo y pino negro, o de prados alpinos en las zonas más altas. Otro de los atractivos del Valle es su legado histórico y cultural. Pueden descubrirse los búnkeres de Vilamur de la Guerra Civil o el despoblado de Santa Creu, el yacimiento arqueológico excavado en altitud más grande de Cataluña. También se pueden visitar pueblos poco conocidos como el propio Vilamur, Tornafort, Soriguera o Llagunes.
Las opciones para pasar unos días en el Valle son diversas. Por ello Marc Cortina, desde el refugio, pone a disposición de aquellos que se alojen múltiples actividades. Disponen de un dossier para hacer una gincana de descubrimiento por el pueblo y una serie de mapas y fichas de itinerarios —desde cortos y tranquilos paseos hasta excursiones exigentes de todo un día—, han elaborado fichas temáticas de flora y fauna —guías que se pueden descargar con los 20 pájaros más típicos del Valle de Siarb o con las 20 plantas más características—, alquilan raquetas de nieve… El refugio dispone incluso de Wikiloc, donde pueden encontrarse rutas a pie, en BTT, con raquetas y esquís…
Apasionados por el descubrimiento del legado histórico, cultural y natural del Pirineo y admiradores del Valle de Siarb, ofrecen durante todo el año propuestas tan sugerentes como “Astronomía nocturna”, “Pintar en la oscuridad”, “Fin de semana histórico”, “Un día en el frente del Pallars”…, y organizan actividades para grupos, empresas y familias, así como campos de trabajo de recuperación de caminos antiguos con técnicas de piedra seca, a través del proyecto Museo de Caminos y la Asociación Terra Roia.
Apasionados por el descubrimiento del legado histórico, cultural y natural del Pirineo y admiradores del Valle de Siarb, los responsables del refugio ofrecen propuestas de actividades durante todo el año.
Un proyecto colectivo
Y es que, si se quiere vivir una experiencia inolvidable en plena naturaleza, desde el Refugio Vall de Siarb han puesto en marcha el Museo de Caminos, con campos de trabajo para la recuperación y el mantenimiento de los caminos antiguos del Valle. Se trata de “un proyecto colectivo y participativo que pretende crear un espacio en el cual, mediante el senderismo, se descubra, se articule y se conecte todo el legado histórico, cultural y natural impregnado en este paraje del Pirineo”.
Los caminos antiguos representan un legado fundamental de un modo de vida, de trabajar y de comunicarse que se quiere preservar para poder entender cómo es el paisaje hoy en día. Por eso, la iniciativa propone la creación conjunta de una red de senderos antiguos y espacios de senderismo, con múltiples opciones para disfrutar y conocer el territorio.
Los campos de trabajo tienen lugar en primavera y verano, en forma de campamentos y en otoño, como salidas de fin de semana. Las tareas que se realizan son diversas y flexibles: desbrozar, podar, construir muros de piedra seca, cavar… Por las mañanas se trabaja sobre el terreno —al aire libre, entre prados, bosques y montañas— y las tardes y fines de semana se pueden aprovechar para hacer otras actividades por el Pallars Sobirà.
La estancia puede hacerse en el mismo refugio (de uso exclusivo) o bien acampando en un prado. Los precios son variables dependiendo de la época del año, el número de días y el número de participantes en el campo. En las tarifas se incluyen, además del alojamiento, las herramientas necesarias para desarrollar las tareas, el acompañamiento durante el campamento, formación técnica específica, la coordinación del trabajo, así como una serie de charlas acerca del proyecto en que se enmarca el trabajo que se está realizando.
Hasta ahora, en los campos han participado cerca de 400 personas vinculadas a centros cívicos juveniles catalanes (esplais y caus), así como voluntarios internacionales. Las monitoras de los campamentos y la gente mayor del Valle explican la labor que se está llevando a cabo y los valores que se desprenden de ella.
Desde el Refugio Vall de Siarb han puesto en marcha el Museo de Caminos, con campos de trabajo enfocados al descubrimiento, recuperación y mantenimiento de los caminos antiguos del Valle.
Estancias de todo tipo
Con toda esta gama de posibilidades para disfrutar del Valle de Siarb, el refugio, que también puede alquilarse en exclusiva, es el lugar ideal desde donde visitarlo, con la familia, los amigos, en solitario, en grupo, en estancias de trabajo y/o estudio, de empresa…
Permite un encuentro con la montaña y pasar unos días en el Pirineo en grupo, convirtiendo el lugar en un espacio de inspiración y relajación si se desea trabajar, estudiar o desarrollar un proyecto, o organizar colonias de verano (dispone de terrenos de acampada alrededor del refugio). Se organizan estancias a medida, por ejemplo, para vivir una experiencia diferente junto a compañeros y compañeras de trabajo, en plena naturaleza.
Hablamos con Marc Cortina, que nos acerca a la vida en el Valle de Siarb.
¿Qué fue lo que os motivó para convertiros, en el año 2013, en los gestores del Refugio Vall de Siarb?
Yo trabajaba en Barcelona como ingeniero en unas oficinas y también había tenido otros trabajos, pero no estaba del todo satisfecho laboralmente. Me motivaban más otro tipo de tareas: quería que el fondo de aquello que hiciera tuviera una relevancia diferente, y esto me motivó a pensar qué era lo que realmente me gustaba (la montaña, la naturaleza, la historia…). Y a partir de aquí empezamos a preparar y organizar actividades al aire libre, aprendiendo sobre distintos aspectos de la naturaleza y el deporte, y ello derivó en tener la oportunidad de convertirnos en los responsables del refugio, en el año 2013. Entonces intentamos dinamizarlo… y hasta el día de hoy, ¡ya que este es uno de los pilares de mi trabajo!
¿Qué te supuso trasladarte a Llagunes, y qué cambios ha llevado a vuestra vida residir aquí? ¿Cómo vivió esta situación vuestro entorno familiar y de amistades?
Antes vivía en Barcelona, así que el traslado representó un cambio importante, porque Llagunes ¡tiene solamente entre 10 y 15 habitantes! Soy consciente de que el hecho de residir en Barcelona implica una serie de facilidades y que estar aquí quiere decir que hay amistades que te quedan un poco lejos, pero ya entonces valoré muy positivamente el entorno porque hay que valorar siempre lo que hay de positivo en cada lugar.
El cambio más importante ha sido, sin duda, el relacionado con el contacto con la naturaleza: ver y vivir las estaciones del año, el día a día del tiempo meteorológico, cómo todo se transforma… Creo que los seres humanos formamos parte de esto, y el hecho de estar en contacto con ello aporta muchas sensaciones positivas. En lo que se refiere a la familia, costó un poco que mis padres lo entendieran: ellos son de aquí e hicieron el circuito inverso, emigraron del Pallars para ir a vivir a Barcelona. Y aunque yo vivo de otra manera, en realidad hemos hecho lo mismo: un movimiento en nuestra juventud para intentar buscar un futuro que encaje mejor con nuestra manera de querer enfocar la vida. Las amistades me transmitieron optimismo y me animaron mucho, y con frecuencia vienen al refugio, de manera que nos seguimos viendo.
“Vivir en Llagunes es estar en contacto permanente con la naturaleza: ver y vivir las estaciones del año, el día a día del tiempo meteorológico, cómo todo se transforma… Creo que les seres humanos formamos parte de esto.”
¿Cuáles son, a tu parecer, los pros y contras de vivir en este marco, a 1.302 m de altura?
Todo es diferente del modo de vivir de la gran ciudad: no hay calles llenas de gente, ni bares… pero por otra parte, la propia capacidad de influencia sobre el lugar es mucho mayor. Por ejemplo, el proyecto que estamos desarrollando del Museo de Caminos en el Valle de Siarb sería impensable en Barcelona, en cambio es viable en Llagunes, porque estás mucho más cerca de lo que pasa a tu alrededor.
¿Cómo te definirías como persona?
Soy bastante positivo, activo, emprendedor e intento ser empático… Pienso que la relación con las demás personas es una parte muy importante de nuestra vida y creo que hemos de valorarla mucho y dedicarle esfuerzos. Me gusta mucho la naturaleza, la montaña, pasear por el bosque, por caminos, por prados… Ver cómo todo evoluciona y cambia, ¡me aporta unas muy buenas sensaciones! Me gusta buscar los caminos antiguos, encontrarlos, entender para qué servían. Me apasiona pensar que los Pirineos han cambiado tanto en tan pocos años, y que la vida de nuestros abuelos y abuelas fue tan diferente de la nuestra. Es una situación bastante extraña, el hecho de que la humanidad pueda cambiar tanto ¡en tan pocos años! Una de las motivaciones del Museo de Caminos es precisamente esta: ver y entender cómo podemos interpretar el paisaje: los antiguos prados abandonados, las cabañas de pastor, los caminos, los recodos, los empedrados, los muros de piedra seca…
“Aquí la influencia sobre el lugar es muy grande. El proyecto del Museo de Caminos en el Valle de Siarb sería impensable en Barcelona, y en cambio es viable en Llagunes, porque estás mucho más cerca de lo que pasa a tu alrededor.”
¿Cómo es un día de vuestra vida?
Los fines de semana hemos de tener el refugio a punto y estamos más pendientes de la gente y de las cocinas…, pero el resto de días llevamos una vida más tranquila porque —en teoría— no tenemos las obligaciones que suponen los horarios. No obstante, el refugio también da trabajo cuando no hay gente, como contestar los correos… Además, si queremos desarrollar ideas, como estamos haciendo con el Museo de Caminos, hay un montón de tareas que hay que hacer durante todo el año: entrevistamos a las personas mayores de la zona, pensamos en promociones, en propuestas para distintos colectivos… Además, por temas de ocio, voy a menudo a Sort, llevo a mi hijo a la guardería, hacemos excursiones… En verano organizamos los campos de trabajo y hay cada día muchas cosas que hacer, mientras que en septiembre todo afloja y vuelve la vida más tranquila.
Desde el refugio proponéis a vuestros huéspedes conocer la realidad histórica, cultural y natural del Valle de Siarb. ¿Qué es lo que sorprende más del entorno a quienes os visitan?
Aunque hay mucha gente que con frecuencia ha pasado por aquí, a los que se paran y se sumergen en algún pueblecito de este valle les sorprende el hecho de darse de cuenta de lo chulo que es. Ven que hay un río, umbría, solana… además del color rojo característico. Y aquellos que vienen porque les interesa el Museo de Caminos y los campos de trabajo perciben lo que queremos transmitir y se sienten sorprendidos por los cambios históricos que han habido en la zona y que se reflejan en el paisaje.
“A los que se detienen en el valle y se sumergen en él les sorprende el ver lo chulo que es. Perciben la particularidad del paisaje, todo aquello que queremos transmitir, y se sienten sorprendidos por los cambios históricos que han habido en la zona y que se reflejan en el paisaje.”
Con vuestras iniciativas de descubrimiento del entorno, ponéis en valor el territorio y Llagunes. ¿Creéis que así defendéis otro modelo de turismo, más sostenible y respetuoso con el entorno?
Nosotros proponemos un formato de visita al Valle que es totalmente respetuoso. Aunque hasta aquí se llega en coche, todas las actividades las hacemos caminando, observando, aprendiendo. Además, proponemos que la gente se implique recuperando, caminos, muros, empedrados…, y esto favorece un modelo de turismo positivo para todos. Los que llegan hasta aquí aprenden mucho, ¡y lo viven muy profundamente!
¿Qué valores pretende divulgar vuestro proyecto de campos de trabajo para la recuperación y el mantenimiento de los caminos antiguos del Valle?
Promovemos el conocimiento de un lugar a partir de la observación, para entender cómo se vivía antes, cómo era la sociedad, la capacidad de trabajar mucho que tenía la gente del campo, y los cambios que se han sufrido. Procuramos comprender y utilizar las cosas buenas que otras generaciones hicieron hasta finales del siglo XX. La sociedad avanza muy deprisa y pasa página, pero merece la pena tener memoria, porque la forma de vida tradicional, aun siendo más dura, tiene muchas cosas buenas que quizás no deberíamos olvidar. Hemos de conocer y recordar todo aquello que puede sernos útil hoy en día: valores como la humildad, el esfuerzo, el sacrificio, la realización de las personas a través de su trabajo, el campo… Todo esto lo trasladamos a los campos de trabajo, en los que se cuida mucho el respeto, aquello que cada uno aporta en función de sus posibilidades y de lo que mejor sabe hacer, el trabajo en equipo, y el trabajo fuera, al aire libre, con las manos… ¡Todo son valores positivos!
“De la forma de vida tradicional, hemos de conocer y recordar todo aquello que puede sernos útil a día de hoy: valores como la humildad, el esfuerzo, el sacrificio, la realización de las personas a través de su trabajo, el campo… Todo esto lo trasladamos a los campos de trabajo.”
¿Cuántas personas han participado hasta ahora, y qué retorno habéis obtenido?
Desde 2016 hasta el día de hoy han participado unas 400 personas y, si sumamos los cursos y las visitas, unas 500 personas. ¡El retorno es enorme! La experiencia nos ha animado a proseguir nuestra tarea y ahora buscamos nuevos perfiles de personas vinculadas. La reacción nos motiva a seguir caminando y hacer evolucionar el proyecto. De hecho, el Museo de Caminos surgió de la necesidad, a partir de los campos de trabajo, de valorar en profundidad lo que se estaba haciendo. Más allá de la recuperación pura y simple de caminos, llegamos a la conclusión de que el proyecto incluía memoria oral, turismo, juventud, participación ciudadana…, y que todo esto junto podía dar lugar al Museo.
¿Qué tipo de clientela tenéis y cómo os relacionáis, con otros productores de la zona?
Quien viene al refugio nos conoce por Internet y por el boca-oreja de otros clientes y personas que han participado en los campos de trabajo. Tenemos, eso sí, una clientela muy variada: desde jóvenes de caus y esplais hasta personas que quieren caminar, familias que vienen a pasar unos días de descanso, personas que vienen a hacer rutas, deportes de aventura…
En cuanto a los productores, muchas de las comidas que ofrecemos incluyen alimentos de la zona. El ciclo se cierra a la perfección: los productores que trabajan el territorio, lo cuidan, y el paisaje está más humanizado, hecho que repercute en el turismo, que compra los productos hechos en la zona porque conocen directamente los proyectos. ¡Y eso es muy positivo!
“Más allá de la recuperación pura y simple de caminos, el proyecto Museo de Caminos comprende memoria oral, turismo, juventud, participación ciudadana…”
¿Cómo proyectáis vuestro futuro? ¿Cómo os imagináis de aquí a unos cuantos años?
Yo visualizo el Museo de Caminos como un gran museo de Cataluña y del mundo. Desconozco si hay más de este tipo, pero como me apasiona caminar, los caminos y entenderlos, considero que el Valle de Siarb puede ser un espacio que se convierta en una especie de “Meca de los caminos”, que haya muchos caminos antiguos conservados… y que evolucione como un espacio de referencia, con más implicación y participación por parte de la gente. Estamos trabajando para que las personas vengan a conocer el proyecto, y para crear una red de gente diversa que, cada una a su manera, ayude a sacar adelante el Museo.
“Visualizo el Museo de Caminos como un gran museo de Cataluña y del mundo. El Valle de Siarb puede evolucionar como un espacio de referencia, con más implicación y participación por parte de la gente.”
¿Y el futuro de Llagunes y su entorno? ¿Creéis que habrá un cambio en lo que se refiere a la vida en pueblos como el vuestro, fruto de la voluntad de una parte de la sociedad de regresar a las raíces y al entorno natural?
El trabajo a distancia supone una oportunidad para que el territorio rural se pueda repoblar. Facilita el que la gente pueda volver a vivir en el entorno rural, menos denso y menos urbano, pero no sé qué pasará en general… ¡y creo que nadie puede saberlo! En el ámbito de la industria, veo difícil desarrollar cosas aquí; veo más el turismo, la producción agrícola y ganadera, y el trabajo a distancia como los tres ejes sobre los que se ha de potenciar la vida en el Pirineo.
Refugio Vall de Siarb
Tu hogar en el Pirineo
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Personas de contacto: Marc Cortina y Gemma Cots